Director del festival «Euroyeyé»

Susana F. SERRÁN

Fan número uno de las Lambrettas, admirador de la música negra de la Motown y, según él, con un sentido de humor «totalmente demente y corrupto». Félix Domínguez (Gijón, 1968) es responsable de que el «Euroyeyé» lleve, con esta edición, dieciocho años llenando las calles de Gijón de gente sesentera. Domínguez, apasionado por la cultura mod, organizó en 1994 un primer festival «yeyé» que ahora es ya «euro» porque tiende a hacerse cada vez más internacional. La cita comienza el jueves 2 de agosto y se prolongará hasta el domingo 5.

-Usted también es conocido como Félix A. Limaña. ¿A qué se debe este mote?

-A que salimos una vez en una tele, creo que era el programa de «El Gran Wyoming» de Telemadrid, y por hacer la gracia dije que me pusieran en el rótulo eso. Soy un pedazo de alimaña... pero tengo buen corazón. No soy mala persona pero no soy tonto; sólo medio tonto.

-Este año el «Euroyeyé» se hace mayor de edad. ¿Qué ha cambiado con respecto a la primera edición?

-La escena sixtie se ha transformado porque ahora llegamos a muchísima más gente gracias a las redes sociales. Y también ha cambiado mucho la manera de producir el festival. En la tercera edición yo ya tenía e-mail, pero antes se hacía todo por medio de cartas. También tenía un programa de ordenador del Pleistoceno, que ahora seguro que se vende como vintage, y te podías suscribir a los fanzines (periódicos underground). Gracias a eso ibas conociendo a grupos, hacías contactos, pero era todo muy complicado.

-¿En qué medida cree que el festival contribuye a traer gente a Gijón?

-El hecho de que llevemos 18 años haciéndolo y el hecho de que hayamos salido en la revista de Easyjet, que es la más leída del mundo, quiere decir que el poder de convocatoria es muy importante. Para una ciudad como Gijón no hay tantos eventos que traigan a gente que venga no sólo al festival sino que también se quede aquí a dormir, pasee por la ciudad, coma... El nombre Gijón está sonando constantemente en todo el mundo. Es muy difícil que un evento tan particular sea conocido fuera de Asturias. Sin embargo, gracias a eventos como el yeyé o el Festival de Cine, gracias a esa especialización, se mueve el nombre Gijón.

-Sin embargo, tampoco se ponen a la venta tantos abonos.

-Es que es todo muy casero. En comparación con otros festivales, el «Euroyeyé» sería la tiendina del barrio y a lo mejor otro festival, como el FIB de Benicassim sería El Corte Inglés. Es un poco esa idea. Es familiar. Los que vienen el primer año, vuelven al siguiente y ya nos saludamos. Esto no quiere decir que seamos cuatro gatos, sino que el público no queda relegado a una masa infame. En nuestro weekend, el público es tan importante como las bandas. Viene gente de todo el mundo. California, Grecia, Australia?

-¿Se nace o se hace «yeyé»?

-Yo creo que te haces. Cuando naces estás con la mente en blanco. Yo soy muy del rollo educacional. Cuando tus padres te ponen el primer disco, que en mi caso fue clásico o «El dúo dinámico», te interesas por la música. Luego por la estética de los 60. Te vas comprando cosas en tiendas especializadas. Luego te interesas por la cultura en general, y al final acabas totalmente viciado. Ya no ves ni la tele. Por actitud me automargino y me quedo en ese submundo de domingueros trasnochados, que es lo que somos.

-¿Morirá siendo así?

-Me decía mi amigo Álex, el cantante de los Flechazos (ahora Cooper): «Félix, si ya con 40 años seguimos así, ¿tú crees que vamos a cambiar alguna vez?» Cuando llevas desde los 19 en el mismo rollo, puedes variar un poco, pero siempre vas a estar ahí en este subconjunto de los retro.

-¿Se compraría usted un disco de Lady Gaga?

-Puedo escuchar canciones de cosas que no tienen nada que ver con lo mod. El otro día mi chica me puso «La Casa Azul», y las escucho y son agradables, pero luego te das cuenta de que son todas iguales. De Lady Gaga no me gusta ninguna canción, pero entiendo que es una tía muy transgresora, y eso siempre está bien; que asomes la cabecina por encima del centeno. Si la industria te ve ahí, pues van a por ti; lo mismo que le pasó a Amy Winehouse, que explotó. Al final el gusto no es una cosa de parámetros, sino algo interior que está ahí, no sabes por qué.

-La canción del verano, ¿«Boys will be boys» de Paulina Rubio o «Ai se eu te pego» de Michael Teló?

-La odio, no se cuál es pero la odio. Me parecen todas vomitivas. Lo que me pone más contento es que no tengo ni puñetera idea de quiénes son. Paulina Rubio me suena, pero del otro no se nada, y por favor, no me des más datos. Es uno de los ejemplos más claros de lo imbéciles que somos y lo que nos pueden hacer tragar los tipos de la industria.

-¿Para cuándo en el cartel del festival el icono «Yeyé», Concha Velasco?

-Eso es un tema tabú. Al festival decidimos llamarlo «yeyé» porque en una peli en la que salía José Luis López Vázquez insultaba a un joven y, entre otras cosas, lo llamaba así. Estos jóvenes de los 60 con pelo largo, rollo Rolling Stones? Entonces, cuando el festival se hizo más conocido, nos entrevistaban y nos ponían la canción de Concha Velasco. Y nos acabamos quemando del asunto porque no tenemos nada que ver con ella. Una vez vino aquí al Jovellanos y se hizo una foto en mi Lambretta, pero menos mal que no coincidí con ella.

-Hablando de lambrettas, con los recortes quitan los coches oficiales. ¿Serían estas motos una solución?

-No creo que a los políticos les interese y, además, no sabrían apreciar lo que es andar en una lambretta. A mí personalmente me da mucha grima toda la clase política. Estoy harto de ellos, y me gustaría ser más activista en ese sentido, aunque no puedo meterme en más jaleos porque estoy ya perdiendo el pelo.

-¿La crisis afecta al "Euroyeyé"?

-Yo pienso que afecta poco. La gente de nuestra escena ya sabe que el primer finde de agosto es el yeyé. Y saben que va a haber una buena programación y va a haber mucha gente. Con este buen tiempo que tenemos en Gijón (porque es buen tiempo porque la gente no se asa), lo aprovechan.

-En Gijón parece que este año hay menos turistas.

-La gente se corta más de salir en el día a día. Me extraña que aquí, cuando los conciertos son gratis, venga menos gente. También es cierto que en Gijón siempre hubo muy buena oferta de actuaciones en abierto y que este año está más flojo. Esto propicia que la gente se vaya a iniciativas privadas, y al fin y al cabo está muy bien apoyar a ese sector.