R. GARCÍA

Los comerciantes de la ciudad advirtieron ayer, tras conocer el fallecimiento de una vecina de Pumarín que sufrió la explosión de la olla a presión con la que estaba cocinando, de la importancia de cuidar «siempre mucho el mantenimiento de estos recipientes de metal, sobre todo en lo que a los cierres se refiere». Luis Garcíablanco, propietario de la cadena Garcíablanco, pidió ayer «precaución» a los consumidores.

«No se puede tener con este tipo de cosas un exceso de confianza. Todas las ollas rápidas son iguales, lo que cambia es la seguridad de los cierres», mantiene Garcíablanco. Los más caros «llevan sistemas que son imposibles de abrir hasta que no salga la presión». El problema llega, en palabras del comerciante, que lleva más de cuatro décadas vendiendo todo tipo de electrodomésticos, cuando las gomas se han desgastado. «La presión hace que la tapa se mueva poco a poco. Si las gomas no sujetan bien toda la superficie al final acaba explotando la olla», reflexiona el gijonés asegurando que «es mejor gastarse 50 euros más o renovar las gomas cada poco que sufrir en seguridad». De la misma opinión es José Carlos González, responsable de la cadena La Casa. El empresario defiende la seguridad de estos electrodomésticos afirmando que «con precaución no tiene que pasar nada».

Garcíablanco mantiene que, si se siguen las instrucciones y no se intenta abrir la olla «antes de que salga la presión», «no hay problema». Lo peor, cuenta el comerciante, «es que sólo nos acordamos de seguir los requisitos básicos de seguridad cuando pasa alguna desgracia como la del miércoles».

«La explosión es como la de una bomba»

Ángel Cerezo, cocinero gijonés, vivió hace tres años una experiencia similar a la que el pasado miércoles le costó la vida a la profesora Begoña Muñiz, fallecida a los 36 años después de que explotase la olla a presión con la que estaba cocinando en su piso en Pumarín. Afortunadamente en el caso de Cerezo las consecuencias no fueron tan dramáticas. «Estaba trabajando en el restaurante y sentí que la olla crujía, así que la aparté del fuego y me fui. Explotó poco después. Dejó garbanzos por toda la cocina, reventó parte de la campana que estaba encima de los fogones y lo peor es que me provocó a mi quemaduras por todo el cuerpo», relata el hostelero, que atribuye su accidente «al desgaste de las gomas de cierre» del electrodoméstico.

«La explosión es como la de una bomba», mantiene Cerezo. «Normalmente la gente tiende a prolongar la vida de las ollas a presión pensando que las gomas no están gastadas del todo a pesar de que ya no son seguras», reflexiona el cocinero poniendo en relieve los avances en materia de seguridad que han incorporado los nuevos electrodomésticos. «Ahora tienen gomas nuevas que no se abren aunque tú lo intentes con todas tus fuerzas», mantiene.

A pesar de su accidente, Ángel Cerezo asegura que no le cogió miedo a las ollas a presión. «Sigo trabajando con ellas porque en mi profesión son necesarias, pero ya cuando estaba de pinche tuve un pequeño incidente; son inevitables pero hay que tener siempre mucho cuidado», concluye desde su restaurante de La Guía, donde ayer recibió la noticia del fallecimiento de Begoña Muñiz tan conmocionado como el resto de gijoneses. «Ha sido una desgracia», aseguraba el hostelero reflejando el sentimiento unánime de quienes ayer comentaban el trágico suceso de Pumarín.