Catedrático de Geografía Humana, asesor de la comisión de expertos del Ministerio de Educación

C. JIMÉNEZ

El gijonés Rafael Puyol Antolín es partidario de iniciar la reforma del sistema universitario a partir de cinco pilares básicos: el acceso del profesorado, la gobernanza, la financiación, la internacionalización y los estudiantes. Con estas premisas, ayer intervino en el ciclo «Los retos de la Europa actual» de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio de la Inmaculada, para hablar sobre «El reto de la educación». Puyol, antiguo alumno del centro (promoción de 1962), que fue rector de la Universidad Complutense de Madrid, compagina actualmente su labor en esta institución docente con la vicepresidencia del IE Business School. Además, es uno de los comisionados designados por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, para la elaboración de un informe de análisis y recomendaciones para la reforma de la Universidad española.

-¿La financiación es la piedra de toque del sistema universitario español?

-Es un tema capital, pero no sólo en un momento de crisis y de recortes, sino porque yo creo que la Universidad española ha sido demasiado dependiente de la financiación pública y no hemos hecho grandes esfuerzos para mejorarla con una financiación privada. Por eso, estos tiempos de crisis, que son tiempos de imaginación, deberían servirnos para hacer mayores esfuerzos en gestionar los recursos de todos de una forma absolutamente transparente. Quizá en el tema de la financiación, más que aumentar los recursos, cabe otra forma de distribuirlos en función de resultados o de lo que cada Universidad puede hacer en el ámbito de la docencia y la investigación.

-¿Los Campus de Excelencia Internacional han servido para lograr ese objetivo?

-Yo creo que no han dado todavía de sí lo suficiente. Han tenido una vida relativamente corta y no ha habido tiempo de desarrollar todas las capacidades que podrían. Esperamos que esa posibilidad se pueda mantener en un futuro.

-¿Cuáles son los retos actuales de la Universidad española?

-A mí me preocupa muy especialmente el tema de la internacionalización del sistema. Tenemos unos niveles reducidos y creo que tendríamos que hacer esfuerzos para mejorarlos. Una de las cosas que contiene la ley que acaba de sacar el Consejo de Ministros, que no es una ley universitaria, sino para otros niveles de enseñanza, es que puede resultar muy positiva por la supresión de la selectividad. Ya no tiene sentido para los alumnos españoles porque la mayoría de los títulos que ofertan las universidades tienen más plazas que demandantes, pero, sobre todo, es un mal sistema para estudiantes extranjeros. A un indio, a un ruso o a otra persona que quiere venir a estudiar al sistema universitario español le echa para atrás la obligatoriedad de pasar unas pruebas que ni le van ni le vienen para nada.

-Habla de captar estudiantes extranjeros, ¿pero aprueba la Universidad española en internacionalización?

-No se debe limitar sólo a la movilidad de estudiantes. Internacionalización es también la posibilidad de contratar más profesores extranjeros, de que nuestros docentes puedan formarse un tiempo en el exterior, el establecimiento de acuerdos con instituciones de prestigio para desarrollar productos conjuntos y crear una red de alumnos a escala internacional que puedan ayudar a las instituciones.

-Y el alumnado, ¿en qué debe mejorar?

-Yo creo que los alumnos que tiene la Universidad española tienen dos problemas a los que habría que buscarles solución para intentar corregirlos. Por un lado, tenemos un número de estudiantes que está creciendo a causa de la crisis. La tasa de estudiantes de 18 a 24 años está por encima de la media de la OCDE, pero por debajo de otros países como Estados Unidos. El problema es que aproximadamente un 26% de esos estudiantes no acaban los estudios y, además, aproximadamente un 30% más tarda más tiempo en terminar la carrera de lo que establecen los límites normales. Por tanto, en este momento lo que se aprecia es la necesidad de mejorar el funcionamiento del sistema. Esos dos problemas son la expresión de un cierto fracaso escolar que a mí me preocupa especialmente.

-Usted ha dicho siempre que es partidario de reducir el número de universidades en España. ¿Lo mantiene?

-Lo único que digo es que hay que ir a universidades distintas. Tanto como el número de universidades que existen, el problema es que hayamos ido a un modelo de universidades tan parecido y que los niveles de especialización sean tan reducidos. De hecho, la colaboración entre ellas es muy escasa. De los 2.500 grados que hay en España, sólo cinco son interuniversitarios, lo cual significa un 0,2%. El porcentaje es un poco superior en los másteres, que es de un 11%, pero hay muy poca colaboración en general, así que ¿por qué no fusionar universidades? Si se fusiona todo hoy día, las universidades también podrían hacerlo, pero tiene que ser a través de procesos voluntarios, nunca forzados.

-¿Cuáles son las prioridades de la comisión que representa?

-Estamos todavía en proceso inicial, analizando algunos de los temas que consideramos que son más relevantes para el sistema y que yo creo que preocupan a todo el mundo: el acceso del profesorado, gobernanza, financiación, internacionalización, estudiantes... Para cada unos de esos temas habrá unos ponentes específicos que son los que analizan en profundidad cada tema, elaboran unos informes y los presentan para discusión al conjunto de los miembros de la comisión.

-¿Para cuándo el dictamen?

-La fecha está marcada por el decreto que nos nombra y son seis meses a partir de la constitución de la comisión, que se formalizó a mediados de mayo. Luego la fecha tope sería probablemente la de mediados del mes de diciembre.