L. PALACIOS / M. CASTRO

La bravura del Cantábrico mece desde ayer a Santiago Carrillo Solares, político de espíritu indomable, como el mar que eligió para que arrojaran sus cenizas. Su viuda, Carmen Menéndez, y sus tres hijos -Santiago, Pepe y Jorge- y sus nietos cumplieron así su última voluntad y esparcieron sus cenizas al alba en alta mar, frente a las costas de su ciudad, Gijón, donde horas más tarde amplios sectores de la izquierda le rindieron un homenaje en el teatro Jovellanos, al que no faltaron destacados dirigentes y cargos públicos del PSOE e IU. Carrillo (Gijón, 18 de enero de 1915 - Madrid, 18 de septiembre de 2012), protagonista de la Guerra Civil, la lucha subsiguiente contra el franquismo y la Transición, volvió ayer a su ciudad, de la que era hijo predilecto.

El homenaje a «un comunista sin partido en los últimos tiempos de su vida», como lo definió Adolfo Piñedo, uno de sus mejores amigos, fue un acto de reivindicación de la izquierda frente al neoliberalismo y, en parte de los intervinientes, frente al propio sistema. El apoyo de Carrillo a la movilización del 15-M la dejó clara, entre otros, Piñedo, cuya fidelidad en su intervención al pensamiento del veterano comunista fue luego destacada por el hijo de éste, Santiago Carrillo Menéndez.

Quienes más de cerca lo conocieron destacaron del líder comunista en el acto de ayer su «fidelidad a sus principios» que se mantuvo hasta la hora misma de su muerte, como relató Piñedo. Quiso Pinedo resaltar, por encima de su papel en la Transición, la «importante labor desarrollada en la lucha antifranquista», porque, como el propio Santiago Carrillo señalaba, «a la democracia se llegó». Y se llegó por el empuje desde la calle del PCE, el Partido, como se lo conocía durante el franquismo. Ese empuje «sólo desde la calle» para lograr una «segunda transición» es lo que Carrillo animó a hacer a los miembros del 15-M, para cambiar las instituciones y los partidos, añadió la periodista Pilar Velasco, que facilitó la primera reunión del veterano comunista con representantes del 15-M. La también periodista Gemma Nierga también se refirió al apoyo de Carrillo a esta movilización social. Aún en sus últimas horas de vida, Carrillo tuvo muy presente el movimiento ciudadano, e incluso abrió las puertas de su casa para orientar y aconsejar a jóvenes integrantes del 15-M. «Tuvo una gran generosidad con ellos, y aunque siempre tuvo ganas de participar en las movilizaciones en las plazas, prefirió no hacerlo consciente de quién era y de que no quería ocasionar problemas», comentó Pilar Velasco.

El paralelismo entre la lucha para tumbar el franquismo y la situación actual fue una de las cuestiones que apuntó Adolfo Piñedo: «Llegar a la democracia fue como abrir una puerta; había que empujarla y también había bisagras». Para ello, el movimiento obrero y popular, de los trabajadores, estudiantes y fuerzas de la cultura «fueron fundamentales, con el partido como gran animador de todo ello», rememoró Adolfo Piñedo evocando el paralelismo con la situación actual y llamando también «al pragmatismo, unido a los principios».

Mientras, los líderes sindicales de UGT y CC OO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo evocaron la figura del histórico comunista (que inició su andadura política en UGT y eligió la sede de CC OO en Madrid para su capilla ardiente) para lamentar que «en la actualidad esa capacidad política se echa en falta; la política muchas veces parece que se protagoniza por contables bien informados. Nos invade la sensación de que los políticos son marionetas a las que mueven unas fuerzas que invaden nuestro presente, destrozando nuestro futuro», señaló Cándido Méndez.

«En este tiempo de encrucijadas no sólo se nota la ausencia de estadistas de la altura de Santiago Carrillo, sino también de políticas alternativas que ilusionen a la ciudadanía», abundó Toxo, que advirtió contra el proceso de «involución democrática» al pretender que puede haber «libertad sin equidad». Toxo también se mostró crítico con el desvío de atención por «las derechas» nacionalistas y central «hacia cuitas identitarias y territoriales».

El presidente del Principado, Javier Fernández, destacó de Carrillo su «rebeldía, inteligencia y espíritu de reconciliación» y «su generosidad casi sin límite para fortalecer la capacidad de entendimiento».

Las periodistas Gemma Nierga y Pilar Velasco pintaron el retrato de Carrillo en los últimos tiempos, hilando con fina ironía las noticias en la tertulia matinal de Nierga y «con las ideas siempre muy claras», recordó la locutora. Fue desde esa tribuna desde donde el líder comunista continuó manteniendo el pulso del día a día. «Cómo lo echo hoy de menos para comentar las declaraciones del Rey, que dice que vivir en España da pena pero desde fuera el país no se ve tan mal, para que le respondiera que no todos pueden permitirse viajar», señaló Nierga entre la ovación cerrada del público congregado en el Jovellanos.

El diputado de IU Gaspar Llamazares también llamó a la «política de calle, que intente frenar la voracidad del capitalismo, de los mercados, a través de la rebeldía y el trabajo común», mientras que Manuel González Orviz, coordinador general de IU en Asturias, quiso resaltar su papel de «símbolo de la izquierda que ya forma parte de su código genético».

Santiago Carrillo hijo fue el encargado de poner el broche final a los discursos con un llamamiento a la suma de fuerzas para hacer frente a «la ofensiva de la derecha en su ataque al Estado de bienestar». «Falta un discurso alternativo y articulado de la izquierda», proclamó en una de las intervenciones más críticas del homenaje. «Tenemos que ampliar la coalición de fuerzas más allá de la izquierda tradicional, porque ese es el mejor homenaje que se puede hacer a Santiago: seguir trabajando, articular una alternativa para que los más humildes no sigan pagando los errores de los de siempre», exigió.

En pie y con el puño en alto salvo en las primeras filas, los camaradas despidieron a Santiago Carrillo con el himno de «La Internacional» para un comunista que dijo en vida «sembré dragones y me nacieron pulgas», en una izquierda históricamente fratricida. Antes se escuchó el «Asturias, patria querida» y varias piezas musicales de homenaje. Luego su viuda, Carmen Menéndez, lanzó un clavel rojo a las olas desde el dique de Lequerica, en el puerto deportivo. Fue el primero de cientos.

Acompañaron a la familia gran parte de los asistentes al acto en el teatro municipal en el que tras «La Internacional», desde el fondo alguien entre el públigo gritó: «¡Viva la República!», que recibió una ovación. Algunos de los que lo escucharon saludaron estos días a los Príncipes.