J. L. ARGÜELLES

El juguete interactivo «Mapocci», un ambicioso proyecto de robótica emocional para la educación infantil con el que las artistas multimedia Laura Malinverni y Lilia Villafuerte ganaron el premio «Next Things» 2012, empieza a ser una realidad. Y el primer fruto tangible con el que Laboral Centro de Arte y Creación Industrial cumple con una de las aspiraciones que animan, desde hace más de cinco años, su propuesta: buscar las intersecciones, el encuentro, los campos de fusión, entre arte y nuevas tecnologías.

La «puesta de largo» de «Mapocci», nombre que participa de los orígenes nacionales de sus creadoras (italiana Laura, peruana Lilia) y conserva algún eco del célebre «Tamagotchi», despertó atención y cuidados ayer en Laboral. El director de innovación de Telefónica, el asturiano Pablo Rodríguez, acertó con una de sus frases a bosquejar las expectativas puestas en un proyecto sobre cuya futura comercialización hay fundadas esperanzas: «Es importante apostar por la innovación tecnológica, para que no tengamos que ir a Silicon Valley a buscar talento».

Telefónica, que participa en el patronato de Laboral Centro de Arte, ha apostado por «Mapocci». «Hemos querido que sea algo útil, transparente, innovación que relacione arte y tecnología y en el que han trabajado, también, psicólogos y científicos», explicó. «Trabajamos para demostrar que nuestra propuesta puede ser útil para las empresas», subrayó, por su parte, Benjamin Weil, director de actividades del Centro de Arte. «La colaboración con Telefónica es un ejemplo en estos momentos de disminución de apoyo a la cultura», añadió.

El Gobierno del Principado, de quien depende Laboral, le da importancia a «Mapocci». El viceconsejero de Cultura, Alejandro Calvo, hizo resaltar que Laboral tiene que ser, «cada vez más», una plataforma de conocimiento en relación con espacios como el Parque Cientifíco Tecnológico de Gijón, a escasos metros del Centro de Arte. Y añadió: «"Mapocci" es un eslabón entre ciencia y tecnología, lo que está marcando el centro de la cultura contemporánea».

Sus creadoras ven en «Mapocci» algo más que un juguete, «una interfaz». Su aspecto, que inicialmente era el de una pelota, ha ido modificándose con los meses para incorporar un sistema de sensores y un software de inteligencia emocional. El muñeco, que puede tener aplicaciones en el tratamiento por ejemplo de personas con autismo, reacciona al tacto. También permite conectar a los niños, que construyan sus propias historias e intercambien mensajes emocionales.

Laura Malinverni y Lilia Villafuerte señalaron que «Mapocci», en fase aún de prototipo, ha sido ya probado con grupos de niños. El proyecto entra ahora en un nueva etapa de maduración.