Psicoterapeuta y escritora

Luján PALACIOS

Fina Sanz es psicopedagoga, escritora y la presidenta de la Fundación Terapia de Reencuentro. Una novedosa forma de tratamiento basada en las emociones y en la puesta en común de problemas, reflexiones y percepciones como paso previo a «conocernos mejor a nosotros mismos y en definitiva ser más personas». Ayer presentó en el centro municipal de La Arena su último libro, «Diálogos de mujeres sabias», una recopilación de los diálogos que durante mes y medio compartieron trece mujeres «en la segunda mitad de la vida» sobre los cambios físicos y emocionales que están experimentando.

-¿Cómo nace este libro?

-El libro parte de una actividad concreta, un estudio sobre mujeres en la segunda mitad de la vida, cuando rondan los 50 años y llegan a una etapa en la que socialmente se las ha patologizado e invisibilizado. Me planteé trabajar con ellas y ver qué es lo que sentimos y pensamos las mujeres en esa franja de edad. Con un grupo de trece mujeres creé un pequeño grupo de reflexión con cinco temas de debate a lo largo de mes y medio, con un encuentro semanal de dos horas de duración. Hablamos de los cambios físicos que estamos notando, de los cambios emocionales, de cómo vivimos nuestra sexualidad, de la espiritualidad y de la vida social. Propuse que se grabaran las sesiones y que quedaran como material de investigación para la fundación, pero me pareció que la sesión había sido tan importante para las participantes que ese material no se podía quedar en el archivo. Les pedí su permiso para recogerlo en forma de libro, con las experiencias contadas de manera anónima.

-¿Cuál era el objetivo de las sesiones?

-Por una parte, que las mujeres en la segunda mitad de su vida se empoderasen, que vieran que tienen cosas que decir; que la gente se pudiera identificar y que sirviera a otras mujeres. Y también que los hombres pudieran ver qué es lo que pensamos las mujeres en este momento de nuestras vidas.

-¿Son las mujeres más sensibles a este tipo de terapias?

-A los hombres les cuesta mucho más. Las mujeres somos muy receptivas a conocernos, a comprendernos y a cambiar; los hombres, no. Hay casos puntuales, pero como grupo social no están dispuestos a ello. Las mujeres desde los años 70 estamos buscando entender, cambiar cosas, aportar algo a la sociedad. Y ese cambio no ha tenido un paralelismo en el mundo de los hombres. En general, tienen mucho miedo a hablar de sus sentimientos, sus miedos; se sienten muy vulnerables y no entienden que eso te da fuerza. Porque, al final, se trata de que escuchando a otras personas vayamos encontrando claves que a nosotros no se nos habían ocurrido.

-¿Supone el paso a esa «segunda mitad de la vida» un trauma para muchas personas?

-Vivimos en una sociedad occidental, muy productivista, que valora mucho la juventud y la productividad en el sentido de la maternidad y el tiempo de trabajo. En la segunda mitad de la vida, sobre todo en la parte más avanzada, se desvaloriza a la gente porque las mujeres ya no pueden ser madres y se considera que ya no pueden ser tan sexis. Se las devalúa, y las mujeres se sienten marginadas, invisibilizadas, proliferan las depresiones, sienten que ya no valen. Sin embargo en otras culturas antiguas a la mujer se la valoraba precisamente por todo lo contrario, por ser mujer sabia. En la segunda mitad de la vida ves las cosas de otra manera, cambian los valores, eres más comprensiva, relativizas más las cosas, tienes una experiencia: es la edad de la sabiduría.

-¿Lo han descubierto las mujeres del libro?

-La primera persona que habla el primer día en las sesiones dice que se siente fea, gorda y vieja. A lo largo de las conversaciones con el resto de mujeres se ve cómo se transforma, cómo asume los cambios y los interioriza siguiendo el ejemplo de otras participantes. Al principio las más jóvenes están enfadadas con la vida; según pasan los años las mujeres ven la situación de otra manera, con menos miedo al qué dirán y con más libertad. En los diálogos lo que tú te escuchas es nuevo para ti porque nunca lo has dicho, y menos ante personas a las que no conoces. Te escuchas, te sientes, escuchas a las demás y te vas transformando.

-¿Está la solución a estos problemas en nuestro interior?

-El mayor problema son las creencias sociales que interiorizamos y que nos hacen daño. Las creencias tienen un componente importante emocional, y no es tanto la razón lo que te cambia como la emoción. Cuando cambias y encajas las vivencias vives de otra manera y empiezas a sentirte. Si la emoción no cambia, la creencia se mantiene. Es fundamental cambiar la manera de percibirte, la emoción frente a ti mismo.

-¿Es una alternativa a la medicación tradicional?

-Nosotros siempre utilizamos una metodología básica, que es el autoconocimiento del propio cuerpo y sus sensaciones, las emociones. Tenemos que aprender a entender que hay herramientas de autoayuda, como la respiración o el pensamiento, para controlar procesos emocionales y cambiar estados de ánimo. Por supuesto que según el tipo de problemática y el momento que esté viviendo la persona a veces requiere un apoyo farmacológico, con otros profesionales. Pero sea como sea cualquier persona tiene la capacidad de conocerse a sí misma y cambiar. Lo que hacemos es enseñarle herramientas para irse conociendo y cambiando. Son cosas muy sencillas para la vida cotidiana.

-Usted también aplica el método de la fotobiografía.

-Es un método de autoconocimiento terapéutico que diseñé de manera intuitiva. Se trata de que entiendas por qué te sientes como sientes y te ocurre lo que te ocurre en relación a tu historia de vida. Pido que la gente traiga fotos de su vida para que, con unas claves, aprendan a ver y a narrar. La persona puede ir contando su vida y dándose cuenta de cómo se refleja en las fotos. De lo que se trata con ello es de que se pueda ver qué cosas se pueden cerrar y cambiar en la vida aquí y ahora. Mucha gente piensa sólo en el pasado, pero hay que cerrar etapas y decidir por tu vida.

-¿Algún mensaje para los hombres?

-Siempre animo a los hombres a que se lean el libro para que sepan cómo son las mujeres, que nos conozcan más y que vean la posibilidad de juntarse y hablar con el corazón abierto de sus problemas. Es una manera de ser más humanos, entender y acompañarnos en los ciclos de la vida. Así tendríamos mejores relaciones.