Miriam SUÁREZ

El centro de la ciudad acumula ya unos 130 locales vacíos a consecuencia de la crisis. Aunque el tiempo medio de alquiler entre los que están mejor situados y han ajustado su precio a la realidad del mercado es de cinco o seis meses, hay bajos comerciales que ya llevan más de cinco años sin ninguna actividad. Los profesionales del sector inmobiliario llegan incluso a hablar de «desertización comercial» en algunas zonas.

El término tiene su escenificación más llamativa en calles como Álvarez Garaya o el tramo inicial de Donato Argüelles -el que va desde Álvarez Garaya hasta Asturias-, que concentran por sí solas doce locales en alquiler. Y muy pronto serán trece, porque otro negocio anuncia su cierre para el próximo día 28. Los establecimientos vacíos ya representan un tercio de los bajos comerciales existentes en esta zona, antaño dinámica y hoy de capa caída.

Estas calles ya perdieron impulso comercial cuando el local del antiguo Simago, donde luego se instaló Supercor, quedó sin uso. La crisis y el fuerte descenso del consumo impidieron que la zona levantara cabeza. «Hay cierto tipo de negocios e instalaciones que favorecen el flujo de gente y atraen a otros negocios, y su desaparición provoca el efecto inverso», explica Verónica Álvarez, al frente de la agencia Asturias.

En el momento actual, resulta difícil dar salida a un local que tiene 1.000 metros cuadrados de altillo y 1.510 de sótano, donde sus propietarios llegaron a plantearse habilitar un aparcamiento subterráneo. Las firmas que pueden buscar un local así, que salió a la venta por 3 millones de euros, se han decantado por la calle de Los Moros, Corrida o Menéndez Valdés. Viales que mantienen su atractivo comercial, pero no el precio de sus alquileres.

Fuentes del sector inmobiliario aseguran que «hubo locales en Corrida por los que se llegaron a pagar 24.000 euros al mes de renta. Los bajos disponibles ahora andan por unos 10.000». Javier Gutiérrez, director comercial de la agencia Álvarez, cifra el precio del metro alquilado «entre 10 y 50 euros, dependiendo de la situación y dotaciones del local. «Se ha producido, de media, una bajada del 25 por ciento con respecto a años anteriores», concreta.

Esta nueva situación está generando «migraciones, a veces de «tan sólo dos manzanas», apunta, por su parte, Verónica Álvarez. «Comercios que se van de Donato Argüelles a la calle Asturias, por ejemplo», prosigue esta agente de la propiedad inmobiliaria. Y esos cambios de ubicación no buscan sólo una mayor visibilidad comercial: «Un autónomo que no llegue a un acuerdo con su arrendatario cuando vence el contrato de alquiler puede encontrar dos calles más allá locales en los que sí ajustaron la renta».

Las consecuencias que la crisis económica ha tenido para el comercio de Gijón son más que visibles en Álvarez Garaya y el tramo de Donato Argüelles que confluye con dicha calle. Dos ejemplos del cambio de hábitos e imagen urbanística que se produce en la ciudad con el cierre sucesivo de negocios. Según el sector inmobiliario, es un círculo vicioso: «Cuantos menos locales, menos paso y menos interés por instalar negocios nuevos». Arriba, aspecto de Álvarez Garaya. Y, sobre estas líneas, Donato Argüelles, con el Carmen al fondo.