luciano maldonado moreno

Escritor, profesor de Literatura y editor

Podría parecer, de acuerdo con sus habilidades, que el mundo de Luciano Maldonado Moreno se alimenta exclusivamente de letras, pero no es así; las letras, en este caso, son sólo la antesala de un profundo humanismo. En su conversación fue dejando caer valoraciones de arte, cine, viajes, montañismo, física, historia... Todo ello alumbrado de un fino sentido del humor. «Me llamo Luciano, como Pavarotti, pero canto un poco peor».

-Por favor, defínase.

-Nací en Villaquejida, León (1955). Villaquejida significa «villa de encinas», conviene aclararlo para que no se piense que somos un pueblo de protestones. Hice la carrera en la Universidad de Granada, donde trabajaba mi padre. Pertenezco a la primera promoción de Filología Hispánica. Y en Granada conocí a una asturiana de Candás, María Luisa Sánchez Muñiz, con la que me casé en Cartagena. María Luisa es profesora de encuadernación de la Universidad Popular de Gijón. Así que en cierto momento pedí el traslado a Asturias y tuve suerte.

-¿Suerte por tocarle Gijón?

-Sí, es una ciudad que me encanta. Cuando vivía en León, siendo niño, recuerdo haber venido a Gijón dos o tres veces, por el verano, y tanto la playa como su ambiente me fascinaron. Ahora que la conozco bien, pienso que es una ciudad abierta, variada, cómoda... Sí, creo que me veo aquí para siempre.

-¿Y qué tal le ha ido con el trabajo?

-Soy profesor de Literatura del IES Rosario de Acuña, donde llevo veintidós años.

-Conocerá bien la obra de la escritora madrileña...

-Sí, bastante. Además, hace diez años dirigí a mis alumnos en la obra «Padre Juan», de Rosario de Acuña, al participar en un certamen escolar de teatro organizado por el Instituto de la Universidad Laboral. «Padre Juan» se había representado aquí el 6 de julio de 1923, en el teatro Robledo, de manera que nosotros fuimos los segundos en hacerlo. Asimismo, en una función realizada en el Ateneo Obrero de La Calzada, asistió la entonces alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso.

-¿Entiende la razón de la polémica levantada en su día por «Padre Juan»?

-Es una obra muy anticlerical. Aunque el padre Juan no sea el protagonista, encarna a una especie de terrateniente que no respeta ni la castidad ni la pobreza; maneja la vida de todos y los oprime impidiéndoles toda clase de progreso.

-¿Le gusta, como escritora, Rosario de Acuña?

-Era una mujer de carácter muy fuerte y esto se nota en su trabajo. Me gusta por lo valiente, y algunos de sus escritos tienen un destacado valor poético.

-Se supone que es usted un gran lector...

-Quisiera ser más de lo que soy. La enseñanza te obliga a releer y esto quita tiempo para leer libros nuevos.

-¿Hay un género de su preferencia?

-Sí, la narrativa. Me gustan Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Miguel Delibes, Paul Auster, Juan Marsé... Dentro del realismo, me inclino por «Clarín».

-En esa carrera, ¿el colmo de un literato es tener una editorial?

-No, el colmo es ser escritor. Soñé con eso, pero me he quedado en el camino. Tengo tres libros publicados, aunque siempre se desea llegar a más gente.

-¿Qué lo impulsó a ser editor?

-Alguien me dijo: «Oye, Luciano, tengo el proyecto de crear una pequeña editorial que publique obras valiosas que por su contenido no tengan salida en otras grandes editoriales». Respondí que sí, que encantado.

-Y así nació Zahorí Ediciones...

-Somos cuatro socios. Tres profesores -Macrino Fernández, Lorenzo Sánchez y yo- y un antiguo alumno mío, Miguel Ángel Lourido, que en la actualidad es fotógrafo.

-¿Qué balance puede hacer de la empresa?

-En tres años y medio hemos publicado veinticuatro títulos.

-¿Suponen un buen negocio?

-Para enriquecernos, no, ni mucho menos, pero estamos contentos. No recibimos ni un céntimo de subvención, lo que nos permite ser libres.

-¿Por qué el nombre de Zahorí?

-Un zahorí es una persona que se dedica a descubrir vetas de agua y de minerales ocultos. Nosotros queremos sacar a la luz talentos y obras desconocidas.

-¿Qué línea editorial siguen?

-Un cincuenta por ciento de narrativa y ensayo histórico, y otro cincuenta de divulgación geográfica. Entre nuestras publicaciones estelares está «Recorriendo las montañas de Asturias», una obra de dos tomos escrita por uno de los nuestros, Lorenzo Sánchez. Es una guía muy completa, toda una novedad dentro de este género.

-¿Qué proyecto contempla la editorial actualmente?

-El próximo libro es un tratado de senderismo para disfrutar Asturias. Hemos hecho una pagina web sobre este asunto, «Asturias para disfrutar», y muchas de las rutas que se proponen en la página saldrán impresas con datos muy prácticos de altitud, restaurantes, iglesias antiguas que se pueden visitar, casonas, monasterios, incluso ingenios hidráulicos. Será un libro muy ameno, con cincuenta rutas y gran despliegue informativo. Los autores son Macrino Fernández y Pilar Fernández Arteaga.

-¿Piensan trabajar con el bable?

-Ya lo hemos hecho, y con mucho éxito, porque el libro «De totalitarios a demócrates», un ensayo histórico escrito por Pablo Rodríguez Alonso que recorre la trayectoria del periódico gijonés «Voluntad», fue Premio de las Letras Asturianas en 2012. En esta línea, en abril presentaremos en Madrid, «Asturias Semanal. El nacimiento de un periodismo democrático», de Cristóbal Ruitiña. Es un repaso por la historia de esta revista.

-¿En cuanto a la novela?

-Contamos con autores como Fernando Fonseca, Félix Población y José Luis Matesanz, que es jefe de Pediatría del Hospital de Cabueñes. La última novela que hemos publicado es «El sentido de la serpiente», de Jesús Fernández Estrada. En cuanto a mi propia obra, creo que escribiré un libro de viajes.