La sesión celebrada ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón constituyó un homenaje a un gijonés injustamente olvidado, el fotógrafo Constantino Suárez. A tal efecto se reunieron en tribuna el doctor en Historia Héctor Blanco; el artista plástico Juanjo Pulgar y los autores de los correspondientes documentales exhibidos, Ramón Lluis Bande y Pedro Timón. Cerraba filas el ex presidente de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Asturias, Marcos León. Todos dispuestos a desarrollar el tema «La fotos de Constantino Suárez vistas desde el siglo XXI».

¿Quién era Constantino Suárez?, cabía preguntar. Un extraordinario fotógrafo, de acuerdo con el criterio unánime de los presentes. Pero, aparte, Héctor Blanco leyó una ficha policial datada en 1943 que podría resumir la vida del gijonés, nacido en 1899. En ella se explica que Constantino Suárez, con domicilio en la calle Instituto era un hombre de izquierdas, afiliado al Ateneo Obrero y fotógrafo de profesión. Incluso, siempre según la ficha, después de la guerra había hecho trabajos para el diario marxista «Avance», por lo que fue detenido y despojado de su licencia de fotógrafo. Esto marcó un punto de inflexión en su vida.

Aquí cabe suspirar largamente... Constantino Suárez estaba considerado entre sus vecinos como una buena persona, nunca fue peligroso ni siquiera tuvo una militancia activa; sencillamente su ideología era de izquierdas. Pero fue condenado al ostracismo, se le prohibió ejercer su profesión y se utilizaron sus fotografías sin reconocer su nombre, por tanto negándole sus derechos de autor. Aún así, para sobrevivir siguió trabajando clandestinamente. Tras su muerte, en 1983, se recuperó su archivo cuidadosamente ordenado y catalogado por él mismo. En 1992, éste fue adquirido por el Ayuntamiento de Gijón.

Juanjo Pulgar dijo haber quedado maravillado al descubrir el tesoro gráfico de Constantino Suárez. Y sobre él, en 2005 realizó un proyecto basado en dos periodos: la Revolución de Octubre de 1934, y la Guerra Civil, para los que fue preciso seleccionar diversas fotografías que nos fueron mostradas en pantalla. El antes y el después de cada imagen se superponían a través de la creatividad de Juanjo Pulgar, ofreciendo la realidad de ayer y hoy, concretada en un trabajo muy bonito y original, cuyo protagonista es Gijón. En esa línea de los asombros producidos por el archivo de Constantino Suárez, Ramón Lluis Bande reconoció haber sufrido un shock. Del análisis de la obra del gijonés extrajo sus valores documentales, estéticos y éticos y con todo ello articuló un videoclip, que pudimos admirar, o más bien llorar; la miseria de la guerra estaba en carne viva. No nos consoló Pedro Timón con su película «Gijón bajo las bombas», un hermoso montaje sobre las imágenes más dolientes de la guerra.

Menos mal que Marcos León muy oportunamente dijo que la obra de Constantino Suárez, «nuestro abuelo de profesión», no se limitaba a plasmar la guerra sino que su cámara había recorrido la sociedad, la vida cotidiana, las calles y la playa en tiempos de paz. Reconoció la trascendencia del trabajo de Constantino Suárez al haber sido compañero de trabajo de David Seymour, uno de los integrantes de «la maleta mexicana». «Le quitaron el carnet, pero la Asociación que presido ha decidido concederle un Carnet de Honor», manifestó, antes de mostrar su reportaje. En él se ven retratos, niños, soldados, familias, bodas, talleres... Escenas deportivas; boxeo, bicicletas, natación, piraguas... Y aquel Sporting, en aquel Molinón...