Luján PALACIOS

Cuando Luis Álvarez Meana falleció el pasado día 17 de febrero en Gijón, quiso dejar un regalo a quienes peor lo están pasando, y especialmente en los últimos tiempos con motivo de la crisis. Un último gesto de buena voluntad en forma de testamento: sus bienes se han repartido a partes iguales entre Cruz Roja, la Cocina Económica, Cáritas y un sobrino. No se trata de un gesto aislado, y las asociaciones de atención a los más necesitados lo confirman.

Cada vez más personas que fallecen sin familia o que disponen de bienes suficientes se animan a dejar una parte, cuando no la totalidad, a entidades de beneficencia. Una manera de paliar el sufrimiento de los demás hasta el último aliento y con todos los recursos al alcance.

Los testamentos y donaciones han sido un sustento tradicional de muchas asociaciones gijonesas, que ven en estas inesperadas aportaciones una vía de financiación, incluso de «supervivencia» en tiempos difíciles. Lo reconoce uno de los fundadores del Albergue Covadonga. Tomás Marcos señala que casi todos los años reciben «un par de donaciones» en forma de testamentos, algo que «era más habitual hace unos años» pero que se mantiene e incluso se ha incrementado desde que la crisis económica empezó a hacer estragos entre los más desprotegidos. Y no sólo las herencias: los donativos, generalmente de pequeña cuantía, también se han disparado en los últimos meses.

En Cruz Roja de Gijón también suelen beneficiarse de «al menos dos» testamentos anuales. Pero el grueso de ayudas llega en forma de «donaciones y aportaciones extraordinarias de nuestros socios», reconoce José Luis Carmona, responsable de la asamblea local de Gijón. Tanto que a nivel global «las aportaciones de los ciudadanos de a pie han contrarrestado la merma de ayudas públicas que veníamos recibiendo hasta ahora y que con los recortes se han quedado muy menguadas», asegura Carmona.

Entre sus activos más recientes se cuentan «un par de pisos en Alicante, de la última donación recibida», pero el gran activo es, «sin duda», las «miles de pequeñas aportaciones que estamos recibiendo desde que las cosas se pusieron más difíciles». Y también «los socios que aún en tiempos de dificultades han decidido aumentar la cuantía de la cuota que pagan».

En Cáritas se repite la misma experiencia. Adolfo Rivas, director de la entidad en Asturias, señala cómo han aumentado de manera muy sensible los donativos «como consecuencia lógica a la pobreza y la injusticia, que cada vez son más visibles en nuestra sociedad». Por eso, y aunque en Asturias ya son más de 35.000 las personas acompañadas por Cáritas y «rozamos la saturación», es un «gran alivio» comprobar cómo la solidaridad anónima se dispara casi al mismo ritmo que las dificultades.

Lo que prima «no son las grandes aportaciones», explica Rivas para el caso de Cáritas, sino «los pequeños donativos de 10 o 15 euros, muchas pequeñas ayudas de familias obreras que hacen de ello una colaboración muy grande». Hasta tal punto que «en el año 2012 recibimos más donativos que en todos los tres años anteriores juntos», afirma.

Y, paralelamente, también han observado un ligero repunte en el número de personas que recuerdan en sus últimas voluntades a las entidades de caridad. «No son una parte muy grande, pero las herencias han aumentado un poco en los últimos meses; suponen en total un 3 por ciento de los ingresos de Cáritas», explica su director. En su mayor parte se trata de «gente que fracciona su legado: una parte para la familia y otra para las parroquias con las que trabajamos», que puede ser en forma de «casas, tierras o dinero en el banco». Un gesto «muy bonito por lo que significa», y porque «son recursos que nosotros convertimos en líquido y utilizamos íntegramente. Vemos que la gente se fía de nuestra labor, se nota la sensibilización social y el miedo a la injusticia».

En la Cocina Económica, que suma por miles los servicios de desayuno, comida y cena que reparte cada semana, también han sentido el aprecio ciudadano en forma de ayudas. A las dos o tres herencias que les llegan cada año, algo que a lo largo de su dilatada historia ha venido siendo casi habitual, se suman «pequeñas aportaciones individuales que también se van haciendo más frecuentes», señala Luis Torres, presidente de la Asociación Gijonesa de Caridad. En los últimos meses, además, la entidad ha venido siendo objeto de numerosas iniciativas solidarias con el fin de recaudar fondos. «Es una satisfacción importante ver que los ciudadanos nos tienen en cuenta», comenta Torres. Porque en los malos tiempos, lo que toca es arrimar el hombro.