Pruvia (Llanera),

Gonzalo BENGOA

Amadora Menéndez dedicó la mañana del penúltimo domingo de marzo a preparar comida para sus parientes madrileños, que pasan unos días en Asturias. Al fuego tenía fabada y de postre elaboró arroz con leche y frisuelos. «Siempre cocinando, pero ahora para la familia», comenta la mujer, que estuvo desde finales de los años cincuenta al frente de La Tiendina, en la Venta de Puga, en la parroquia de Pruvia (Llanera). Hace dos meses que Amadora traspasó el negocio a una familia de la zona, pero siguen vivos los recuerdos de su tienda bar que atendió a centenares de vecinos y clientes que llegaban de varios puntos de Asturias. «He atendido hasta cinco generaciones de la misma familia», destaca Amadora, orgullosa de su vida al frente de La Tiendina.

Su familia llegó a Llanera en 1959 procedente de Belmonte de Miranda. Sus padres compraron una casa en La Venta del Jamón (Pruvia) y se hicieron con la tienda, que ya funcionaba con un matrimonio de Quintes (Villaviciosa). «Cuando llegué, tenía 14 años y comencé en el negocio ayudando a mis padres», recuerda Amadora, que aterrizó en Llanera con sus padres, su hermana mayor (que contaba con 19 años), el marido de ésta y una sobrina, María Isabel Antón, que sólo tenía 8 meses. La sobrina fue quien trabajó con Amadora durante los últimos años en La Tiendina hasta hace dos meses, cuando María Isabel se jubiló.

«Antes era más tienda que bar», comenta Amadora, que cumplirá 80 años y se hizo cargo del negocio cuando sus padres fallecieron. «Vendí de todo: desde medicamentos hasta material de ferretería, madreñas y vino», destaca la mujer.

Enseguida comenzaron a servir comidas. Amadora calentaba la comida de los obreros que trabajaban por la zona y, de paso, les vendía media botella de vino. «Recuerdo cómo se llenaba la chapa de la cocina de fiambreras de los obreros», recuerda la mujer. «El pueblo nos acogió muy bien y en seguida tuvimos mucha clientela que llegaba de Llanera, Gijón, Noreña y de otros puntos», destaca.

Todavía recuerda cómo frente a La Tiendina se juntaba cada mañana la gente que traía la leche de su ganadería, siempre con la ayuda de la burra, para la recogida. Muchos se acercaban a su negocio para hacer alguna compra.

Al tiempo que la tienda fue bajando en ventas, fue subiendo la actividad del bar. «Fue la época en la que comenzó la moda de beber cubalibres», comenta Amadora, que añade: «Gané mucha fama y creo que se debió a que trabajé mucho y dormí poco».

La cocinera destaca de su menú los callos, el pote asturiano, la fabada, la paella, la buena carne elaborada y los postres caseros. «Los domingos siempre servíamos un pote con berzas, lacón y cachelos que gustaba a todo el mundo», comenta Amadora, orgullosa de su cocina. «Siempre hubo muchos encargos y los comedores se llevaban en seguida», recuerda la mujer.

Lleva meses sin actividad laboral y ahora toca disfrutar de la familia y descansar. Estuvo hace poco visitando a familiares en Madrid y ahora sigue recibiendo visitas y disfrutando del tiempo libre con los suyos.