J. L. ARGÜELLES

El traje, la mantilla y el tocado de la mujer oculta en «Retrato de Jovellanos con el arenal de San Lorenzo al fondo», el primero de los dos que Goya pintó del gran ilustrado gijonés, dan pistas que permiten rastrear las posibles fechas de esa obra. Clara González-Fanjul, jefa de restauración del Museo de Bellas Artes de Asturias y una de las componentes del equipo que siguió el análisis radiográfico y reflectográfico de la pieza, no sólo sostiene la hipótesis de que esa figura subyacente es la de María Teresa de Vallabriga, esposa del Infante don Luis de Borbón, sino que fue pintada en 1783 o 1784.

Es la tesis que mantuvo ayer en el Club Prensa LA NUEVA ESPAÑA de Gijón y de la que se deduce, contra la opinión de otros expertos, caso de Javier González Santos, profesor de la Universidad de Oviedo, que Goya no pudo pintar ese primer retrato de Jovellanos en el arenal de su villa antes, al menos, de 1783 o 1784. «A esta investigación que hemos hecho se la crítica, pero no se le ha opuesto otra que la desmienta», señaló González-Fanjul, que firma el debatido trabajo sobre la mujer oculta bajo el retrato de Jovino, junto a Araceli Gabaldón y Tamara Alba. Indicó que el trabajo concluirá próximamente con sus conclusiones sobre los pigmentos de la obra.

¿Qué indican el traje, la mantilla y el tocado de la mujer que aparece en ese retrato subyacente revelado por la técnica radiográfica? Pues que se trata de un vestido tipo «robé a l'anglaise», que la moda española introdujo hacia 1782 y dejó de ser tendencia en 1785, explicó González-Fanjul. Lo mismo, el tocado de rosas y la mantilla.

Para la jefa de restauración del Bellas Artes de Asturias parece evidente, después de las comparaciones hechas con otros cuadros que pintó Goya de María Teresa de Vallabriga, los que están en la Pinacoteca de Múnich y en la Colección Pérez Simón, que esa figura subyacente no puede ser otra que la de la esposa del hermano de Carlos III.

«Medimos los labios, las facciones y montamos una imagen del cuadro de la Colección Pérez Simón sobre el de la mujer oculta; para nosotros, coinciden en todo», indicó González-Fanjul. Su equipo comparó también con otras nobles de la época: la marquesa de Villafranca, la de Santa Cruz o la duquesa de Benavente. Rechazó que ninguna de ellas fuera la que Goya pintó y descartó luego para pintar su primer retrato de Jovellanos. Según este mismo análisis, y de tratarse de María Teresa de Vallabriga, se podría fechar la ejecución de esa primera obra descartada y plantear, por tanto, una nueva cronología del cuadro de Jovino que está en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

González-Fanjul apunta que la correspondencia de Goya con Zapater permite saber que el pintor trabajó por primera vez para el Infante don Luis en el verano de 1783. También pintó para el hermano del rey, casi exiliado en Arenas de San Pedro, al año siguiente. Murió el 7 de agosto de 1785. «Para pintar sobre otro cuadro ya hecho hay que esperar al menos seis meses», recordó la jefa de restauración. Los especialistas del Museo del Prado, donde se conserva el segundo de los retratos que Goya dedicó a Jovellanos, pintado hacia 1798, han fechado el primer cuadro, el del arenal, en 1783. Además de González-Fanjul, intervino el jovellanista Agustín Guzmán Sancho, que relató algunos pormenores relacionados con la historia e interpretaciones de esta obra.