M. CASTRO

¿Puede el endurecimiento de la normativa medioambiental de la Unión Europea contribuir a la puesta en servicio de la regasificadora de El Musel? La respuesta es afirmativa, a juicio de la Autoridad Portuaria de Gijón y de Enagás (propietario de la instalación), que intentan aprovechar la reconversión que en los próximos años va a sufrir la flota que navega por aguas europeas, cambiando el fuel pesado que ahora usan como combustible por gas natural licuado para cumplir con la normativa de emisiones de azufre y nitrógeno, que entrará en vigor a partir de 2015 en algunas de las zonas de mayor tráfico marítimo de Europa. Con la regasificadora de El Musel desconectada de la red gasita nacional al menos hasta 2017, el trasvase de gas natural licuado para abastecer a otros puertos se ha convertido en el «plan B» para que entre en servicio una infraestructura que se acabó de construir a finales de 2012, con una inversión de 370 millones de euros.

El Gobierno central, argumentando criterios económicos, optó en 2012 por bloquear la entrada en servicio de la regasificadora de El Musel, mientras asumía el aumento de capacidad de otras como la de Bilbao. Un informe de la Comisión Nacional de la Energía señala ahora que al menos hasta 2017 no será necesaria la planta gijonesa.

Así, una de las principales piezas en torno a las que se diseñó la ampliación de El Musel, y cuyos ingresos por tráficos iban a contribuir a cuadrar las cuentas de la obra, está en entredicho. La importación de gas licuado en grandes buques metaneros y su reexportación en barcos más pequeños es la alternativa mientras no cambie este escenario. La presidenta de El Musel, Rosa Aza, y el presidente de Enagás, Antonio Llardén, han defendido este plan. Aza lo dejó claro en su comparecencia en el Senado, donde se elabora una ponencia sobre el uso del gas licuado como combustible marino. Este plan requiere la conclusión del gasoducto Musel-Llanera, por cuestiones técnicas, dado que una parte del gas licuado que se descargue en la regasificadora se evapora de forma natural y debe evacuarse a la red.

La idea es que los dos grandes depósitos construidos en El Musel, en los que se pueden almacenar hasta 300.000 metros cúbicos de gas licuado a 160 grados bajo cero, suministren combustible a depósitos más pequeños que se van a instalar en muchos de los puertos de Europa para abastecer, a modo de gasolineras del mar, a los barcos. Ya hay buques con este combustible en Noruega, país sumamente interesado en impulsar esta renovación tecnológica, dado que tiene yacimientos de gas.

Dos cuestiones están influyendo en el desarrollo del gas natural licuado como combustible marino. En primer lugar, la Organización Marítima Internacional ha establecido en diversos mares áreas de control de emisiones (ECA en sus siglas en inglés), en las que se limitan las emisiones contaminantes de los buques a la atmósfera. En Europa la zona ECA abarca el mar Báltico, el mar del Norte y el canal de la Mancha. Está en estudio el establecimiento de nuevas zonas ECA en el Mediterráneo y a lo largo de toda la costa de Noruega en dirección al Ártico.

En segundo lugar, la normativa de la Comisión Europea exige que a partir de 2015 cualquier barco que transite por una de sus zonas ECA emita, a lo sumo, un 0,1% de dióxidos de azufre por su chimenea, la décima parte del nivel actual. Toda la flota tendrá que renovarse. Sus opciones pasarán por instalar filtros en sus chimeneas o utilizar fuel desulfurado y mucho más caro, o cambiar sus motores por otros de gas natural licuado, inversión que, según los expertos, se amortiza en un plazo de 3 a 6 años. Los nuevos barcos que están encargando las navieras a los astilleros ya llevan incorporados esos motores. A partir de 2016 la UE también exigirá menores emisiones de óxidos nitrosos a los barcos de nueva construcción.

Este cambio tecnológico es una oportunidad para El Musel, dado que la mayor parte de los puertos europeos carecen de grandes instalaciones de almacenamiento de gas licuado. La infraestructura en España es mucho más amplia que en el resto de Europa. El 70% del gas natural que llega a España viene licuado por barco. Además, es el tercer país con más regasificadoras en el mundo, tan sólo por detrás de Japón y de Corea del Sur.

Dentro de España, El Musel cuenta con la regasificadora con tecnología más moderna para la recarga de gas natural licuado. La terminal de El Musel puede recibir los mayores buques metaneros que hay en la actualidad, de 266.000 metros cúbicos, lo que no ocurre en otras competidoras. Además, mientras su tecnología le permite recargar un barco de 150.000 metros cúbicos en 24 horas, las otras tres regasificadoras españolas en las que actualmente se realiza esta operación tardan entre 50 y 94 horas. Y el costoso tiempo de permanencia en puerto de los barcos es un factor competitivo determinante.

Algunos puertos europeos, como Rotterdam, cuentan con sus propias regasificadoras. Otros, como el de Hamburgo, van a instalar una planta de licuefacción, para licuar el gas natural que le llega por gasoducto y surtir, así, a los barcos. La oportunidad está en el suministro a otros puertos que simplemente instalarán tanques de almacenamiento.

El Musel también se está preparando para el suministro directo de gas natural licuado a los barcos que recalen en él , mediante el proyecto «Blue change», subvencionado por la UE. Los principales clientes, a medio plazo, son los barcos de las líneas de contenedores que tocan puertos del norte de Europa, en la zona ECA. También es posible la sustitución del barco que cubre la «autopista del mar» por otro que funcione con gas natural licuado.