Gerente de Construcciones García Rama, premio a la mejor empresa liderada por mujeres

Susana García Rama estudió Ingeniería Técnica, en su especialidad de Informática. Pero acabó convirtiéndose en gerente de una empresa constructora, legado de su padre, un albañil de Pumarín que supo remontar a base de trabajo otra de las grandes crisis económicas que pasó España. El Ayuntamiento de Gijón le entregará mañana el premio a la mejor empresa liderada por mujeres, con quince obras en marcha y 40 trabajadores en nómina. Pero la mujer, en este caso, es además presidenta del cluster Innovación de la Construcción Asturiana y miembro del comité ejecutivo de la patronal CAC-Asprocon. Tareas que Susana García Rama, de 41 años, casada y con dos hijos, concilia con su vida familiar «gracias al apoyo de mi marido y mi madre», y a que supo planificar su futuro en edificio de construcción propia, donde García Rama tiene sus oficinas.

, -¿Qué hay detrás de la fachada de Susana García Rama?

-Un servicio de calidad, buen asesoramiento, la posibilidad de elegir entre varias alternativas, ingeniería para controlar que la instalación sea adecuada...

-De Susana como persona.

-Una familia estupenda. Y mucho esfuerzo.

-¿Cómo llega a hacerse constructora una mujer, joven, ingeniera informática...?

-Mi padre, que era albañil, se quedó en paro en la última crisis gorda, la de los noventa. Así que decidió hacerse autónomo. Poco a poco fue ganando carga de trabajo, haciendo más reformas, y yo empecé a echarle una mano a la vez que estudiaba. García Rama se constituyó en sociedad en 1994 y los cuatro hermanos, cada uno en su área, trabajamos en la empresa. Hoy por hoy, creo que no sabría hacer otra cosa.

-La historia de su padre es un buen antídoto contra el pesimismo actual.

-A mí me gusta mucho contarla, y más en esta época. Mi padre salió adelante, así que nosotros no podemos desanimarnos. No hay elección, es nuestro trabajo. Si hay que poner más esfuerzo, pues se pone. A él siempre le recuerdo como un hombre trabajador, serio, honrado... era un paisano, como se dice en Asturias.

-Recibir el reconocimiento de su ciudad también le servirá de estímulo.

-Fue una sorpresa muy grande, desde luego, y nos sentimos muy orgullosos. El premio es a la mejor empresa liderada por una mujer, pero, en este caso, la mujer tiene mucho apoyo detrás. Yo, sin mis hermanos, no sería nadie. Porque mi padre nos inculcó a los cuatro el oficio de la construcción y la cultura del trabajo, físico e intelectual; no distinguió.

-¿Y usted distingue las empresas lideradas por hombres y las que lo están por mujeres?

-No tiene por qué haber diferencias. Entiendo, de hecho, que el premio no se debe a que las mujeres seamos mejores o peores al frente de una empresa, sino a que todavía sigue siendo una excepcionalidad.

-Y en su sector aún más.

-Lo cierto es que esta profesión es eminentemente masculina y las pocas mujeres que hay llegamos a la construcción a través de empresas familiares. Sé que el perfil del constructor está muy denostado, pero nunca encontré rechazo. Más allá de la curiosidad inicial, de la anécdota, me tratan como a una igual. Tengo que decir que en la construcción asturiana hay grandes empresarios, hombres que conocen bien el oficio, aunque no hayan tenido tantas oportunidades para formarse como tuvimos las nuevas generaciones.

-¿En qué situación deja al sector la anulación del Plan General?

-Nosotros no tenemos intereses en suelo ahora mismo. Pero creemos que Gijón debe contar con un marco jurídico estable, no sólo por la empresas, sino por los ciudadanos en general. Se ha perdido la perspectiva de este asunto, planteándolo como un problema exclusivo de los constructores, cuando el Plan General de Ordenación afecta a todo el mundo.

-¿Y qué opina de que se esté tramitando un nuevo PGO?

-Yo no soy ninguna experta en estos temas. Pero creo que la mejor solución es la que devuelva la normalidad jurídica y urbanística a la ciudad lo más rápido posible.

-En su caso, tiene que capear además con un nuevo plan de fachadas, supeditado a unas condiciones más estrictas...

-El plan municipal de subvenciones fue muy positivo para Gijón y permitió que empresas como la nuestra pudieran especializarse en la rehabilitación de fachadas, consiguiendo mantener el empleo en una crisis económica como ésta. Sólo puedo decir que me gustaría que siguiera siendo así.

-¿Ya renuncia a la promoción y construcción de vivienda'

-El último edificio, de 57 viviendas de protección autonómica, lo construimos en el Área de Roces hace año y medio. Y, de momento, no pensamos meternos en más. El mercado financiero no está para este tipo de operaciones. Y, sin respaldo financiero, no puedes, por mucho que quieras asumir un riesgo empresarial.

-¿Cuál es ahora el camino a seguir?

-Nuestro principal reto pasa por la sostenibilidad medioambiental y la industrialización del proceso constructivo. La construcción es uno de los sectores que menos ha evolucionado. Produce de una forma todavía muy artesanal. Hay que ir hacia procesos que tengan una trazabilidad, sin fases intermedias que lo adulteren, reduciendo tiempos y riesgos en obra. Ahí tenemos mucho campo por explorar.

-En definitiva, hay que gastar en innovación.

-Entiendo que sí. Quizá no se obtengan beneficios a corto plazo, pero sí de cara al futuro. Nosotros estamos participando en tres proyectos europeos, enfocados a mejorar el aislamiento de los edificios; y uno de ellos lo coordinamos. Al más avanzado le quedan unos doce meses, pero las muestras ya están en el laboratorio. Estamos investigando cómo abaratar los aerogeles que utiliza la NASA. El resultado igual no se puede aplicar hasta dentro de cuatro o cinco años, pero hay que prepararse para el futuro.