Las novedades se suceden en el Foro Jovellanos, como es natural después de todo cambio en la junta directiva. Es voluntad de ésta, presidida por Juan José Plans, acercar la figura de Jovino, si no al gran público -tarea que hoy por hoy se contempla como imposible a tenor de los índices de audiencia que arroja Tele 5-, al menos a aquel que aún mantiene cierto grado de interés cultural o histórico relacionado con su propio origen. Si Jovellanos fue el gijonés más célebre de todos los tiempos, lo natural sería sentir cierta inquietud por conocer las razones de su gloria, pero... Bueno es que se intente. Para ello, en la sesión de ayer se organizó una bonita velada, ¿concurrida? Más o menos. La poesía tampoco levanta de su postración a las grandes masas; Messi, sí. Pero es lo mismo, a Jovino nadie lo borrará de la historia de España y al argentino, tararí que te vi, otro vendrá.

Juan José Plans, de terno impecable como mandan los cánones presidenciales, dijo que la sesión de ayer formaba parte del ciclo titulado «Lectura de la obra de Jovellanos» y que el secretario de la entidad, Silverio Sánchez Corredera, había sido el encargado de hacer la selección de poemas que leería el actor Eladio Sánchez, una gran figura del teatro, familiarizado con el papel de Jovellanos.

El recital de poemas, «Del amor y de las costumbres», tuvo una breve introducción en la que Silverio Sánchez Corredera esbozó la personalidad poliédrica de Jovellanos, en la que habitaba un alma con muchas texturas y una vida interior compleja y profunda. Nunca quiso dar su poesía a la imprenta, sino que la compartió con unos pocos amigos de análoga sensibilidad.

Eladio Sánchez, al que hemos celebrado muchas veces, además de su buena planta, recita estupendamente, tiene una voz bonita y clara y sabe medir muy bien sus gestos. De nada; el café para otro día. En la primera serie de poemas, cuatro, dedicados al amor, se reflejan las amarguras sentimentales de Jovellanos. «A Clori», lleno de desgarrada tristeza; «A Galatea», escrito a sus 33 años, en el que envidia al pajarillo posado en el regazo de Galatea; «Al amor», en que el autor muestra su deseo de dejar de sufrir; y, por último, «Romance», donde reflexiona sobre la filosofía del sentimiento amoroso, denuncia las malas artes y añora el tiempo de la sencillez y la inocencia. «Jovellanos no tuvo suerte en el amor», concluyó Silverio Sánchez Corredera.

En los poemas incluidos en «De las costumbres» Jovellanos deja de lado las derrotas sentimentales para hacer una dura crítica de los modos y los usos de la nobleza de su tiempo. Amparado en otras cuatro obras, no deja títere con cabeza. Censura el empeño en las apariencias que oculta una baja moralidad. Dirigiéndose a un amigo imaginario, Arnesto, se emplea en una sátira sin piedad que pone al descubierto la vida degenerada de muchos nobles, la falta de valores morales, la ignorancia, sus andanzas de juego y amoríos, la pedantería de los aristócratas afrancesados que andaban de burdel en burdel. ¿Dónde están la virtud y el mérito de los nobles?, se pregunta, para determinar que la nobleza sin virtud no merece existir. Jovellanos no la rechazaba, sino que veía en ella un poder intermedio entre el Rey y el pueblo.

El recital de Eladio Sánchez fue acompañado muy suavemente por la «Sinfonía del timbal», de Haydn; en la sombra, Vicente Cueva. Aplausos.