Ha acompañado a unos cuantos de los grandes de la música española de las últimas décadas, así que su imagen de robusto alemán pegado a un saxo, a un clarinete o a una flauta de pico, ha sido habitual durante años en los escenarios junto a Serrat, Miguel Ríos, Javier Krahe, Joaquín Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén o Luis Eduardo Aute, por dar sólo unos pocos nombres. El muniqués Andreas Prittwitz (1960) es un maestro. Y lo es en varias acepciones de esta palabra. A su condición de relevante instrumentista de jazz o clásica, une su menos conocida labor como coordinador técnico del taller de improvisación musical de Gijón, un programa de formación de intérpretes que viene celebrándose desde 1996 y goza hoy de un prestigio más allá del Principado.

«De hecho, de los alumnos que se han matriculado este año hay gente de fuera, incluso músicos afincados en Madrid», explica Eduardo García Salueña, responsable del Taller de Músicos, que presentó ayer junto a Andreas Prittwitz, en el Centro Antiguo Instituto, los «Talleres de Improvisación Musical» de este verano. En esta décimo octava edición también impartirán enseñanzas la cantante Mapi Quintana (aún se recuerda su «Xota pa tres», junto a Jacobo de Miguel y Michael Lee Wolfe) y los músicos cubanos Pepe Rivero (piano), René Toledo (guitarra), Toño Miguel (contrabajo) y Georvis Pico (batería).

El objetivo de estos singulares talleres, con una matrícula que supera la cincuentena de alumnos, es acercar el concepto y la técnica de la improvisación musical a estudiantes e intérpretes. «Queremos cubrir un aspecto de la formación que no está representado por los sistemas docentes», explica Salueña, aunque algunos conservatorios procuren llenar ese hueco con el Grado de Jazz. Andreas Prittwitz subrayó ayer este importante aspecto sobre las enseñanzas que se impartirán a lo largo de esta semana: «Aquí impartimos lenguajes variados, no sólo jazz, sino también música afrocubana o latina».

¿A qué llamamos improvisación? «Es una actitud mental, un punto de creación y espontaneidad que no conviene confundir con las variaciones», dice Salueña. Sólo músicos como Andreas Prittwitz, dueño de un amplio y refinado repertorio, son capaces de transmitir la complejidad del concepto y de la técnica. Ahí están, por ejemplo, sus trabajos sobre Purcell o Chopin.