Fernando Robles Aller, leonés de 42 años, casado y con dos hijos, perdió la vida al mediodía de ayer mientras trabajaba bajo el agua junto al dique principal de Armón Gijón. El buzo estaba realizando tareas de preparación de la botadura de los dos primeros atuneros que construye el astillero. En concreto, en el momento del accidente estaba limpiando las compuertas. La Policía y la Inspección de Trabajo están investigando las causas del accidente mortal, que se produjo cuando el buzo se encontraba solo en el agua, con el apoyo en tierra de otra persona, que era la encargada del suministro de aire.

El accidente mortal se produjo hacia las doce del mediodía. El compañero de apoyo -que controlaba el suministro de aire desde la superficie- se lanzó al agua para sacarlo en el momento en que fue consciente de que habían dejado de salir burbujas y de que el buzo no contestaba a las llamadas. En la labor de izado del cuerpo hasta el dique ayudaron también el ingeniero que dirige la obra de los atuneros, empleado de Armón, y dos trabajadores de subcontratas. Fueron éstos los primeros en intentar reanimarle con el boca a boca. Durante esa maniobra, siempre según los testigos, Fernando Robles comenzó a expulsar sangre por la boca y por los oídos. Tras el siniestro, una uvi móvil se desplazó hasta el astillero gijonés de El Natahoyo, sin que los sanitarios pudieran tampoco hacer nada por la vida del trabajador. Al cabo de una hora, se asumió su fallecimiento.

Fernando Robles Aller era un trabajador de la construcción que se había reconvertido al buceo. Desde abril de 2009 venía haciendo trabajos para distintas empresas especializadas. Para limpiar las compuertas del dique de Armón había sido contratado por la firma gijonesa Trabajos Especiales Marítimos, compañía subcontratada, a su vez, por la empresa de El Franco Nemesio Bedia, que se encargó del dragado de la zona de botadura del astillero gijonés.

El responsable de Trabajos Especiales Marítimos, Marcos Requejo, fue quien se lanzó al agua al ver que el buzo no daba señales de vida. Ayer aseguró que el fallecido buceaba a una profundidad exenta de riesgo y el siniestro se produjo «cuando estaba mirando una boya a 4 metros», sin llegar a explicarse qué pudo pasar para que ocurriera lo peor.

Otros operarios que trabajan en el astillero gijonés señalaron que las labores de buceo se realizaban para despejar, con el uso de una bomba sumergible, la basa del fondo que dificulta la apertura de las compuertas, evitando, así, que moleste al botar, el próximo lunes y el miércoles, los dos atuneros que se construyen en ese dique. El secretario general del Sindicato Estatal de Buceo, Luis Torcida, denunció ayer el incumplimiento de la normativa de seguridad, «porque un buzo no puede estar solo debajo del agua. La ley exige un equipo mínimo de cinco personas; dos buzos, un ayudante por cada buzo y un jefe de equipo», tras lo que también mostró sus dudas respecto a que el material empleado cumpliera la normativa. Torcida recalcó que lo relevante para el futuro son las gravísimas repercusiones que pueden llegar a tener, como en este caso, los procedimientos de contratación «que se basan en abaratar costes». Este diario intentó ayer ponerse en contacto, sin éxito, con portavoces de Armón para recabar su versión.