Gijón zanjó ayer una deuda histórica con el hombre que puso las raíces del campus local, el catedrático Luis Ortiz Berrocal, fallecido en 2007 y principal impulsor de la Escuela de Ingenieros, que se inauguraba el 1 de octubre de 1978 con 12 profesores y 113 alumnos. Docentes, ex alumnos, representantes de las principales organizaciones de la ingeniería española y autoridades académicas y políticas se sumaron al cálido homenaje que le brindaron len su segunda casa, la Politécnica de Gijón. La viuda, Maria Luisa Marcos y sus hijos Luis, Isabel y Susana -también ingenieros - junto a seis de los nueve nietos del matrimonio siguieron con emoción la ceremonia de apertura de la calle en su honor, un vial que rodea la escuela que el propio Ortiz impulsó. Como agradecimiento la familia donó un busto del catedrático -obra de Cristina Carreño- que desde ayer luce en el hall de acceso al centro.

Según Gerónimo Lozano, profesor junto a Ortiz Berrocal en aquellos primeros años del campus, el recuerdo que queda es el de un universitario completo "con gran capacidad de organización y gestión del diseño" que quiso plasmar en el singular edificio que hoy alberga la Escuela (con diez nervios radiales a modo de sedes departamentales) "la energía positiva que emanaba". El que fuera primer director de la Escuela Superior de Ingeniería Industrial de Gijón, nació en Villanueva de Algaidas (Málaga) y falleció en Madrid a los 71 años, un año después de su jubilación como catedrático de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de las Estructuras. Al frente de la escuela de Gijón estuvo de 1978 a1983. Junto a esta puso en marcha otras dos escuelas, en Valencia y Ferrol. Y en Madrid, fue presidente de la Federación de Asociaciones de Catedráticos Universitarios. "Si no es por él, esta escuela no estaría en Gijón", subrayó el presidente de la asociación de antiguos alumnos, Faustino Obeso, quien valoró también la labor de Ortiz para dar el salto de la Universidad hacia la empresa. Jesús Félez, presidente de la Conferencia de Directores de Ingeniería Industrial, quiso destacar el carácter "visionario" del primer director "al establecer los cimientos de un proyecto que ha logrado ser muy sólido".

El homenaje de ayer representa, a juicio del decano del Colegio de Ingenieros Industriales, Esteban Fernández Rico, el final de un ciclo. "Hoy se abre la etapa de madurez de la Politécnica", remarcó antes de poner sobre la mesa la "entrega y dedicación" del catedrático al proyecto de Gijón. De su vertiente académica -Ortiz Berrocal también participó activamente con la asociación "Prometeo" de poesía- hablaron el rector y la directora de Universidades, Miriam Cueto, al apreciar sus cualidades de "universitario comprometido con la docencia y la investigación" y su capacidad para emprender con "ilusión y esfuerzo".

Ortiz Berrocal representa la Asturias del progreso por asentar las bases de "una región multipolar en cuanto a la diversificación de las enseñanzas", indicó el presidente de Foro Asturias, Francisco Álvarez-Cascos, quien agregó que Jovellanos estaría hoy orgulloso de la labor del catedrático.

Durante el mandato de Ortiz Berrocal en la Politécnica, los exámenes se prolongaban hasta 8 horas, pero en sus alumnos queda un recuerdo muy agradable, a ojos del actual director, Hilario López. Por ese papel fundamental que jugó en la ciudad, para la alcaldesa Carmen Moriyón, Gijón siempre estará en deuda con él. "Decenas de alumnos vieron en él un maestro", aseveró el rector. "Su único pensamiento hoy hubiera sido una palabra de agradecimiento", señaló la viuda para "los que compartisteis con él la ilusión y la esperanza de que esta fuera una institución importante". Junto a su esposo vivió la "inquietud y desasosiego" de los comienzos que darían paso después "a una inefable sonrisa que hablaba de resultados positivos". Los que siguen hoy.