Ante "la nula voluntad" del Vicerrectorado de Investigación y Campus de Excelencia "de alcanzar acuerdos y soluciones satisfactorias", los alumnos de la Escuela Politécnica han decidido encerrarse de forma indefinida en la biblioteca del edificio polivalente, clausurada el viernes, hasta que este equipamiento vuelva a su situación anterior. Afirman los alumnos, que hacen turnos para que la sala no quede vacía en ningún momento del día ni de la noche, bajo la vigilancia del personal de seguridad de la Universidad, que la suya no es protesta de cuatro días. "Hasta que se devuelva el servicio que se pretendió quitar, la biblioteca es nuestra", advierten.

Para ello cuentan con el apoyo de estudiantes de los campus del Cristo (Oviedo) y Barredo (Mieres), entre otros, que se han desplazado a Gijón para respaldar la iniciativa. Y aunque los rigores del invierno están haciendo difícil el encierro en la biblioteca -"fíjate el aire que entra por debajo de la puerta", apuntaban algunos con los abrigos puestos-, anuncian que no cejarán en su empeño por defender un servicio que consideren "básico e irreemplazable". Entienden que la decisión del cierre ha sido tomada a espaldas de los principales afectados -los estudiantes- y "sin un mínimo interés por abrir un diálogo en busca de soluciones que aseguren un servicio satisfactorio para toda la comunidad educativa". La reunión del viernes con la vicerrectora Paz Suárez Rendueles y el equipo de dirección de la Politécnica no sirvió para calmar los ánimos. Fue tras ese encuentro cuando se oficializó el encierro y ahora la asamblea abierta de estudiantes del campus de Viesques reclama "la comparecencia pública de los responsables del cierre, la Vicerrectora y el director de bibliotecas de la Universidad, para explicar ante la comunidad académica esta decisión unilateral".

Para evitar el desmantelamiento completo de la sala, el viernes por la tarde decidieron quedarse ya toda la noche dentro. Tal es su malestar que, aunque no pudieron recuperar los volúmenes trasladados al aulario Norte, algunos optaron por volver a montar ellos mismos el mobiliario. "Si cierran, nosotros la abrimos", recalcan.