Su consumo está ligado "a los chigres" pero es un producto que está llamado a tener mucho más recorrido. La Cofradía del Oriciu de Gijón celebró ayer su segundo concurso de cocina en colaboración con la Escuela de Hostelería con el oricio como ingrediente clave y con el objetivo de "hacer que este ingrediente entre en las cocinas de los restaurantes de manera habitual, y no sólo para consumir al natural en los bares".

Alejandro Fernández, secretario de la cofradía, controlaba ayer entre fogones a la decena de finalistas, de entre el medio centenar de alumnos de las escuelas de hostelería asturianas que se presentaron a concurso con un nivel "excelente". "Los alumnos arriesgan mucho, no tienen complejos a la hora de presentar nuevas propuestas de recetas con oricios y es eso precisamente lo que nos interesa", relataba Fernández entre cata y cata. El jurado estuvo integrado por María José Fernández, directora de la Escuela de Hostelería gijonesa; Alberto Fernández, presidente de la Cofradía del Oriciu; los críticos gastronómicos Luis Javier del Valle y Miguel Llano; y Ricardo Álvarez, presidente de Hostelería de Gijón.

Finalmente y tras una mañana de nervios, con los cocineros entre fogones hasta última hora para que "todo salga en su punto", como indicaba Adrián Nosti mientras preparaba un rissotto de oricios, el jurado eligió tres creaciones de entre las que saldrá el ganador. El premiado se conocerá el 8 de marzo, cuando se celebre el IV Capítulo de la Cofradía con desfile, acto de nombramiento de nuevos cofrades, hermanamientos y comida.

El primer finalista es Evaristo Castiñeiras, alumno de segundo curso de cocina y gastronomía de la Escuela de Hostelería de Gijón, con su "Erizo Baby", un tartar de oricio con una salsa con base de gazpachuelo, salsa de aceitunas y pan tostado con coral de chocolate y anchoas, tempura y remolacha.

Junto a él competirá la también alumna del centro gijonés Miriam Díaz, que conquistó al jurado con un "Nido de oricios", una creación que semeja un huevo sobre un nido, elaborado con "un nabo cocido y vaciado, relleno con crema de cebolla caramelizada con jenjibre, una yema de huevo de corral y huevas de oricio en crudo, horneado para que la yema quede en su punto líquido, como un huevo pasado por agua", explica la cocinera, estudiante de primer curso de dirección de cocina. El "huevo" se presenta sobre una cama de brotes de cebolla, rábano, espárragos y guisantes, con bolitas de jugo de oricio elaboradas sobre aceite de girasol frío, acompañado de un salseado de vinagreta de salsa de soja, aceite de girasol y vinagre japonés.

El último en liza es Aitor Losa, estudiante del IES Valle de Aller de Moreda, quien presentó un "Micuit de oricio", en la que el oricio se deja a media cocción con manteca de cerdo. Después se enfría con hielo para cortar la cocción y para que cuaje, de manera que se pueda presentar como un lingote. La presentación del plato se completa, como explica Losa, con "un pochado de verdura y compota de manzana".

Todo un derroche de imaginación en un concurso que acaba de ser institucionalizado como el certamen oficial de la Escuela de Hostelería de Gijón, y que pretende ser la base de un libro de recetas de oricio. "Otras comunidades como Galicia nos llevan varios años de adelanto en la preparación de platos con este ingrediente", explican en la Cofradía. Y Asturias no quiere quedarse atrás.