A Konchi Rodríguez, realizadora del corto "El globo, el payaso y el tren" (fue seleccionado para el "Día d'Asturies" en la 49.ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón) o de trabajos como "Una historia de amor sin contaminar", no la desanima el estado de estupor que parece aherrojar al cine en particular y a la cultura española en general. Todo lo contrario. "Es un momento en el que tenemos que crear desde nuestras capacidades y sacar proyectos que no dependan del poder del dinero, sino de uno mismo", afirma.

La directora avilesina, afincada en Gijón desde hace dos años, trata de demostrarlo desde hace algunos meses. Prepara con catorce alumnos de los dos últimos cursos de su Taller Actor su primer largometraje, "Hoy como ayer", una historia de personajes en la que trabaja desde noviembre del año pasado. Sin prisas, autofinanciándose, a la espera de que pueda llegar alguna ayuda institucional o financiación privada. "Quiero demostrar que, al final, una buena historia se sostiene a sí misma sin necesidad de meter actores conocidos; los actores del taller harán ver al público que éste se puede olvidar de buscar caras famosas", dice Konchi Rodríguez, para quien es fundamental una historia y personajes "creíbles".

Confiesa esta asturiana de 1968 que su inspiración es el cine de John Nicholas Cassavetes y su filme "Shadows", una película sobre los prejuicios raciales que el director neoyorquino filmó en 1959 a partir de un ejercicio de improvisación actoral. "Para mí es una referencia siempre; cine independiente que no hacía concesiones a nadie y que trataba de hablar de las emociones humanas". Para Konchi Rodríguez, Cassavetes es un ejemplo y un espejo en el que mirarse, porque, al tiempo que urdía densas imágenes sobre la condición humana, "sacaba adelante sus proyectos costara lo que le costara".

La historia de "Hoy como ayer" es la de dos familias separadas por medio siglo, adelanta la directora. Un conflicto con unidad de lugar (una casa, la misma) y catorce personajes que, separados por esos cincuenta años, se enfrentan a unos mismos problemas. "Y hay una oportunidad para resolver esos conflictos", precisa, antes de añadir: "Estamos en el tramo final de los ensayos y hemos empezado a buscar las localizaciones en Gijón y las afueras". Noventa minutos de minucioso trabajo de actores. Insiste: "Queremos demostrar que podemos hacerlo con una buena historia".

Recuerda Konchi Rodríguez, curtida en el mundo de los cortometrajes -ese laboratorio por el que han pasado tantos cineastas-, que ha intentado en otras ocasiones ponerse con su primer largometraje. No hubo suerte. "Ahora hemos olvidado el asunto del dinero para ponernos a ello, y la cosa funciona", destaca. "Es en el taller de teatro donde desarrollamos los personajes, que son la base de la historia; es la manera de darles a los alumnos que llevan más tiempo con nosotros una gran motivación", cuenta. Hay más, porque hace escasas fechas logró traer a Gijón nada menos que a Cathleen Leslie, profesora del Actors Studio y alumna ella misma del carismático Lee Strasberg. Para Konchi Rodríguez es importante que los alumnos de Taller Actor puedan tener la posibilidad de "crear un personaje a su medida". "Es un trabajo actoral que se ve recompensado por la puesta en común de esta historia ("Hoy como ayer") que hemos ido creando", dice. Ahora hay que filmar.