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La presencia de especies extranjeras en el principal espacio verde de la ciudad

Una invasión a paso lento

Los empleados del parque de Isabel la Católica retiraron el año pasado 70 ejemplares de tortugas de Florida abandonados por sus dueños en el estanque

Una invasión a paso lento

Al parque de Isabel la Católica le crecen los habitantes molestos. Si la presencia de nutrias en el corazón del espacio verde gijonés ha generado amplia polémica entre quienes defienden que los mustélidos se queden en la ciudad y quienes reclaman que se tomen medidas para evitar los presuntos ataques diarios a aves del entorno, ahora se suma a la fauna "incómoda" la tortuga de agua de Florida.

Los galápagos constituyen, de hecho, una plaga silenciosa que cada año debe ser atajada por los responsables de la conservación del parque. Aunque en este caso, su presencia no responde a causas relacionadas con el medio ambiente, sino a la acción directa del hombre. Sólo el año pasado los cuidadores del espacio verde retiraron cerca de 70 ejemplares, algunos de gran tamaño y en todos los casos abandonadas por sus propietarios en el césped del parque.

Las tortugas de Florida están incluidas en la lista de las "100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo", de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una condición a la que ha llegado fundamentalmente porque llegan a alcanzar un gran tamaño, y los dueños, en muchos casos cansados de alimentarlas, las abandonan. En el caso de Gijón, el parque de Isabel la Católica es uno de los principales puntos de atracción para estos animales.

"Cuando las familias los compran como mascota son muy pequeñas, pero lo cierto es que pronto crecen y son muy voraces", señalan los responsables del parque. A su voracidad se suma que "son dañinas, porque tienen una mandíbula muy fuerte y muerden como pirañas, arrasan con lo que pillan". Y cada año desovan en el parque, en nidos bajo la tierra de los que los cuidadores del espacio han llegado a extraer hasta 19 huevos de una sola puesta. Eso sí, los responsables creen que nunca han llegado a salva a sus pequeñas crías, porque se trata de especies que necesitan temperaturas más altas para poder reproducirse con éxito.

Así las cosas, cada año se lleva a cabo una campaña de recogida de estos animales, muchos ya en la edad adulta, que pasan a refugios o a manos de particulares "de confianza" que se encargan de cuidarlas y llegado el caso darlas en adopción a quien esté interesado en tener un ejemplar.

Los quelonios llegan en su mayoría de domicilios particulares, con la excusa de que "en el parque van a estar mejor que en un piso". Pero lo cierto es que "ocasionan un desequilibrio en la fauna autóctona del parque, no son una especie de aquí y si no se controla la población puede llegar a ocasionar problemas más serios".

Por eso, desde el parque de Isabel la Católica se formula un llamamiento a la "prudencia" de los ciudadanos, para que sepan que las tortugas crecen hasta alcanzar un tamaño considerable y que comen prácticamente de todo. Antes de que se conviertan en un estorbo, "conviene que valoren los pros y los contras de tener este tipo de mascotas", que tienen en vigilancia constante a los cuidadores del principal espacio verde de Gijón para evitar que entren en colisión con tras especies que habitan en el mismo recinto.

El Ministerio de Medio Ambiente prohibió de hecho la venta de las tortugas de Florida en las tiendas de mascotas por los problemas que estaban generando en toda España, tras detectarse su presencia en numerosos espacios verdes y cauces de ríos por toda la geografía. Del mismo modo se concedió una moratoria para que las tiendas sustituyeran al galápago de Florida, un regalo habitual para muchos niños por su tamaño en el momento de la adquisición, por otras tortugas menos nocivas para el medio ambiente español, si bien la presencia de esta especie sigue siendo aún común en muchos hogares.

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