"Sueños y pasiones" era el título del concierto que ayer ofreció la OSPA en el teatro Jovellanos, patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA. El público, en su línea, un cuarto de entrada. Dicen que el mal se ahoga en abundancia de bien, así que frente al desinterés la orquesta nos deparó una soberbia velada llena de atractivos y belleza. La novedad en la formación era la ausencia de Alexander Vasilev; en su lugar asumió labores de concertino Eva Meliskova, una chica alta, rubia y espectacular. El director, Rossen Milanov, también en su línea de vestidura talar.

La audición se inició con "Tres epigramas para orquesta" de Benet Casablancas, un compositor catalán nacido en 1956, fecha que nos hizo suponer por donde irían las notas. En efecto, la fanfarria del inicio no nos sorprendió. Aquel totum revolutum en que cada instrumento va por libre, calzaría maravillosamente con la banda sonora de un película de animación. Ya saben, el gato que persigue al ratón y a punto de sucumbir, se traviesa el gran mastín y el minino vuela por los aires. Cosas de la vanguardia.

El inglés Edward Elgar, autor de la marcha "Pompa y circunstancia" que se toca en las licenciaturas universitarias, firmaba el maravilloso "Concierto para violonchelo en mi menor", en el que brilló con carácter y fuerza expresiva el alemán Daniel Müller-Schott, muy aplaudido. Nos regaló un bis, la "Habanera" de Ravel.

"Sinfonía fantástica", de Héctor Berlioz completaba el programa. Es una bellísima historia de amor, que nos va situando en los ensueños del artista con relación a su amada. Su torbellino de sentimientos se refleja en cada tratamiento orquestal. Dicen que tras la composición estaba la actriz Harriet Smithson, con la que Berlioz contrajo matrimonio en 1833.