Historiador
Vanguardia y obras de ingenio
Edificios industriales y de hostelería e inmuebles de usos públicos desaparecidos que hoy serían señeros

Aspecto que tenía la cafetería Auseva. / FAMILIA NOSTI
Héctor BLANCO
Coincidiendo con el "Día mundial de la arquitectura", aquí van seis muestras más de gijonicidios o, lo que es lo mismo, destrucción consentida de construcciones únicas cuya desaparición supuso matar parte de la identidad de Gijón.
Nave de Lantero. Se la ha denominado como la catedral de la industria gijonesa y fue levantada en los actuales terrenos del "solarón" por la empresa maderera de Aquilino Lantero hace casi un siglo. Su singularidad era tanto sus imponentes dimensiones -unos 1.750 metros cuadrados diáfanos de superficie cubierta y una altura de 15 metros-, como por tratarse de una estructura entera en madera, lo que la convierte en una pieza notable de la arquitectura industrial asturiana. Los terrenos de esta empresa y sus edificios fueron adquiridos en la década de 1980 por el Ayuntamiento de Gijón y se destinaron a la construcción de la estación de largo recorrido de Renfe. La nave fue desmontada en 1985 para su reutilización pero el abandono de sus piezas por parte del consistorio hizo que en apenas una década el imponente mecano de madera desapareciese. Los últimos restos carbonizados podían verse hacia 1990 en la playa de vías de la antigua Estación del Norte. Sólo gracias a una magistral maqueta conservada en el museo del Ferrocarril podemos hoy hacernos una idea de lo que fue.

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Fábrica de Conservas Ojeda. Ubicada en la calle Artillería esquina a la subida al Cerro. Paradójicamente, el plan especial de Cimadevilla no supo ver la relevancia histórica y arquitectónica de este testimonio de la industria conservera local. Manuel García Rodríguez proyectó finalizada la guerra este edificio-máquina de reminiscencias exteriores Art Decó, demolido hacia 1992.
Cafetería Auseva. Ubicada en el Paseo de Begoña. Hace ahora 25 años se desmanteló una de las instalaciones hosteleras más notables realizadas en la ciudad. El diseño para el local de José Díez Canteli se completó con un conjunto escultórico creado por Joaquín Rubio Camín con materiales provenientes de desguace. Inaugurada en el verano de 1966, fue durante un cuarto de siglo uno de los referentes de la hostelería local.

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Gasolinera Mayfer. En la avenida de Portugal. Demolidos sus característicos paraguas de hormigón 2001, con ellos se perdía una de los mejores ejemplos de la recuperación de la arquitectura de vanguardia durante la década de 1950. Mariano Marín Rodríguez-Rivas tomó para esta obra referencias de Félix Candela pero se anticipó más de un cuarto de siglo en su aplicación a una estación de servicio tal y como hizo luego una figura mundial como Norman Foster.
Sede del Instituto Nacional de Previsión. En la plaza del Carmen. En 2006 se demolió esta obra ejecutada a finales de la década de 1940 y realizada con unos niveles de calidad más que notables. Esto era apreciable en los detalles internos del inmueble, sobrios y a la vez hechos con materiales nobles, pero también estaban presentes en su solución técnica ya que el edificio se sustentaba sobre un pilotaje de hormigón armado pionero en su época. Los esfuerzos e ingenio invertidos medio siglo antes no fueron apreciados a comienzos del siglo XXI lo que supuso la pérdida de este inmueble y una inversión, para la construcción de un edificio de superficie similar al antiguo, de siete millones de euros -más de mil cien millones de pesetas-, en parte por la dificultad para demoler el preexistente. Del edificio sólo pervive el grupo escultórico que lo coronaba, "El vuelo del ángel" obra de Manuel García Laviada, trasladado a Isabel La Católica.

Vanguardia y obras de ingenio
Escuela de Peritos. En la avenida de Manuel Llaneza. El colofón de esta serie lo pone otro despropósito reciente: la antigua Escuela de Peritos, demolida en 2008 por la administración autonómica. Este centro de formación, un logro para Gijón culminado en 1935 durante el mandato de Gil Fernández Barcia como alcalde, fue el edificio racionalista más grande de Asturias y una obra-bisagra entre la vanguardia de los años 30 y la de los 50. Su demolición costó casi medio millón de euros.

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