Joaquín Pixán posee una hermosa voz, sana y entera. Tiró de ella durante hora y media, anoche, en el teatro Jovellanos, en un programa en el que hubo para todos los gustos, y ante un público numeroso, próximo al lleno. Se inició el concierto con un paquete de ocho canciones italianas del siglo XIX, que pese a su melódica composición fueron recibidas con cierta indiferencia; una sobredosis de estreno suele acogerse con dificultad.

Pese a ello, Joaquín Pixán dejó constancia de su bello timbre, de su exquisita sensibilidad y de la amplitud de su escala. Sobriamente vestido de gris, se acompañaba de la pianista Noelia Rodiles. María Lejárraga, la poetisa que inspirara a Juan Ramón Jiménez su poema "A María, que se ríe sobre una rosa muerta", era la autora de los tres Ayes con lo que Joaquín fue calentando el ambiente. Y el poeta Ángel González, a su vez ponía la letra de "Al Alba", "La liga verde" y "Las naranjas y la mar", canciones que acompañadas por el violonchelo de Elena Miró dieron final a la primera parte del espectáculo.

En la segunda, Joaquín Pixán se cambió de traje, pero no de faena; al contrario, ésta fue creciendo ayudada por el programa. Ah, los boleros... Después de los tres títulos de Rosalía de Castro, escuchamos los aires cubanos, "Se fue" y "Lágrimas negras", boleros que arrancaron los primeros ¡bravos! El entusiasmo se remató con tres canciones asturianas, acompañadas también con piano y violonchelo, "Soy asturiano", "Soledad" y "Paxarín parleru", que desbordaron la admiración del respetable. Tanto, que los aplausos fueron premiados con dos bises, "Yes igual que la nieve", y "Santander, la marinera", en la que Joaquín Pixán se puso al piano para acompañarse. La alusión hizo salir al ex presidente Revilla al escenario. Dijo que no iba a cantar por prohibición expresa de su esposa, pero que recitaría. Y lo hizo. "Si yo fuera picador...", ante el regocijo general. Fue calurosamente ovacionado.