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Amor con wifi en el Jovellanos

Un corto realizado por alumnos del instituto gijonés sobre el abuso del Whatsapp y las redes sociales en las relaciones entre los adolescentes gana un premio nacional en Canarias

En primer término, Sergio Luengo y Paula Camacho, protagonistas del corto premiado, se hacen un "selfie" con sus compañeros de clase. ÁNGEL GONZÁLEZ

Conseguir que los jubilados dejaran un banco vacío en el Paseo de Begoña para poder grabar la escena clave de su mini-película. Esa fue la una de las partes más complicadas de la realización del corto "No wifi no love" -grabado con un móvil- con el que los alumnos de primero B de la ESO del IES Jovellanos se han hecho acreedores de un doble premio local y nacional. El primero les aupó hace una semana como ganadores del certamen de cortos escolares convocado por la Fundación Municipal de Servicios Sociales. El segundo, que aún están celebrando, les convierte en los vencedores peninsulares del II Festival Educativo de Cine patrocinado por el Gobierno de Canarias.

Y los dos premios juntos han convertido a sus autores en las estrellas del momento en el Instituto gijonés. "No paran de felicitarnos y muchos más alumnos quiere participar para el próximo año en este tipo de trabajos que son sumamente atractivos para los estudiantes", cuenta Catalina Riaño, tutora del grupo. Tanto es así que ya está en proyecto una propuesta para que las actividades de formación audiovisual entren a formar parte de la oferta extraescolar del IES Jovellanos. "Todo lo audiovisual es muy goloso para los alumnos y su dominio es enorme. Los docentes tenemos que aprovechanos de esto", reconoce la profesora.

Pero tras un corto de cuatro minutos realizado durante seis meses en clase de tutoría se esconde mucho más que un simple trabajo audiovisual. El cortometraje aborda la problemática -con cierta tendencia al absurdo- de las relaciones actuales entre muchos adolescentes que están dominadas y condicionadas por los soportes tecnológicos. Relaciones donde el contacto personal queda anulado en favor de cientos de wasaps.

"El departamento de orientación del Instituto nos comentó la existencia del concurso abierto por Servicios Sociales y me pareció que las bases y el contenido les podía gustar mucho a mis alumnos y se ajustaba perfectamente a los objetivos de las tutorías", explica Cataliña Riaño. La convocatoria de Servicios Sociales, denominada "Corto y +", quiere promover la capacidad artística y creativa de la juventud en la elaboración de mensajes positivos sobre valores y actitudes relacionados con una vida saludable. "Es un forma muy dinámica de abordar un tema siempre muy presente en las tutorías, los hábitos saludables, y la ventaja con la que me encontré es que yo sabía muy poco de cómo trabajar en soporte audiovisual, pero muchos de los alumnos venían del colegio Jovellanos donde habían tenido formación en este área", explica la tutora. Con el apoyo de una voluntaria ajena al Instituto, Carmen Plágano, amiga de la docente, y la acreditada maestría de los escolares en el uso de las nuevas tecnologías, el camino fue rodado. "Todo se trabajó con tormenta de ideas con los alumnos y así fuimos definiendo el guión, el tipo de música, los mensajes a transmitir.... Fue realmente muy interesante, no sólo porque el tema del uso abusivo de móviles es algo real, sino porque ellos no siempre son conscientes de ese problema. Y si el mensaje final lo lanzan ellos mismos, les entra mejor", sostiene la docente.

"Es verdad que nos relacionamos basándonos en las redes sociales, hay que reconocerlo. Por semana no, porque nos limitan nuestros padres, pero el fin de semana sí que nos hablamos todo por Whatsapp", admite Sergio Luengo, protagonista masculino del corto. "Yo misma quedé una vez con mi novio y casi ni nos vemos porque cada uno estaba en una zona del parque y nos íbamos contando cosas con mensajes al teléfono", añade Paula Camacho, la "prota" femenina.

Tan importante como el guión fueron los elementos añadidos al trabajo como "la reflexión sobre estereotipos, la igualdad, practicar el consenso... ¿Alguien sabes lo difícil que es conseguir que una clase entera llegue a consensos?", apunta Cataliña Riaño. Y el consenso hubo que buscarlo hasta para repartir los 600 euros de premio. Costó, pero también se consiguió. Fue duro, casi tanto como encontrar el banco vacío de Begoña.

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