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la figura de la semana | mercedes cavestany bastida | Escritora

La poetisa de la cotidianidad

Llegó a Gijón hace cincuenta años sin saber que iba a quedarse para siempre y a la orilla del Cantábrico afianzó su carrera literaria

La poetisa de la cotidianidad

Tras su aspecto frágil y algo cansado se esconde una mujer tenaz, que sabe muy bien lo que quiere y a dónde va. Y en esos caminos que la vida ha ido dibujando ante sus pies nunca se ha apartado de su vocación inexcusable de escritora. Acaba de publicar su cuarto título, "Octavillas de café" en el que se incluye el poemario "Al hilo de las horas". Impreso por Ediciones Lima Limón, entidad que dirige Luis Cueto Felgueroso, es un libro pequeño, de bonita presentación y un contenido intimista y elegante, lleno de autenticidad. En él, Mercedes va dejando caer los suspiros de su propia vida, que no difieren mucho de los ajenos, sólo que ella ha sabido llevarlos a la hoja de ruta de su diario íntimo y convertirlos en poesía. "Hablo conmigo misma / y me digo, eres árbol / con sus ramas abrigando / tu cuero quejumbroso / tus raíces fijas a los días / a los que van pasando..."

Han sucedido muchas lunas, casi cincuenta, desde que Mercedes Cavestny llegó a Gijón, de la mano de su marido, el abogado Mariano Costales, contratado por la naviera Constructora Gijonesa, donde uno de sus hermanos trabajaba como ingeniero naval. En aquellos primeros años Mercedes fue amoldándose, no sin añoranzas, a su vida en Gijón sin saber que en definitiva iba a quedarse aquí para siempre. Había nacido en Madrid, quinta de seis hermanos, en una familia culta y liberal. Su padre, el abogado Julio Cavestany, era académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando. Además de comisionar varias exposiciones fueron innumerables sus escritos sobre temas artísticos, y en concreto su libro "Flores y Bodegones", tuvo en su día gran difusión. Uno de sus hermanos, el ingeniero agrónomo Rafael Cavestany ostento la cartera de Agricultura en uno de los gobiernos de Franco. Ambos eran hijos de Juan Antonio Cavestany, poeta y dramaturgo, autor entre otras piezas de "El esclavo de su culpa" representada en el Teatro Español de Madrid con gran éxito.

Por parte de madre, Mercedes Cavestany es nieta del político Segismundo Moret, uno de los fundadores del Partido Liberal, y ministro en los gobiernos de Madeo I, Alfonso XII, la regente María Cristina de Habsburgo, y Alfonso XIII, hasta ser nombrado presidente del Consejo de Ministro. Acabó sus días como Presidente del Congreso.

Mercedes Cavestany hizo el Bachiller entre el Colegio de las Irlandesas y el Liceo Francés, de manera que a los 17 años, dos idiomas, se matriculó en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, pero en tercer año no quiso seguir. Aquel Madrid lleno de sugerencias, amigos, fiestas, acabó disuadiéndola. Fue en un baile de disfraces donde conoció a Mariano Costales y dos años más tarde se casaron. Los cuatro hijos del matrimonio nacieron en Gijón, y cabria pensar que la carrera literaria de su madre también, pero no. Escribía desde niña, aunque las oportunidades de publicar si se dieron en Gijón. Un día al coincidir aquí con Torcuato Luca de Tena, que había venido a impartir una conferencia en el Ateneo Jovellanos y era un viejo amigo de su familia, la invitó a colaborar en ABC. Uno de sus artículos, "El señor no está en casa" que hacía alusión a la venta de un retrato de Jovino, que Mercedes consideraba muy interesante para el patrimonio gijonés, mereció la felicitación del propio Luca de Tena. Más tarde, al tomar la dirección de ABC, Luis María Ansón, continuaron las colaboraciones.

Un día a la semana, en el Café Dindurra se celebraba una tertulia literaria dirigida por Víctor Alperi, en la que participaban Luisa Balanzat, Carmina Suárez, Sara Suárez Pavés, entre otros. Fue allí donde Mercedes, de la mano de Víctor Alperi decidió publicar un libro de poemas, "Juncos y palabras", editado por la Fundación Dolores Medio. Al que siguió "Doce cuentos con final casi feliz", "Calles, callejas y jardines" y una intensa colaboración en la radio.

Han pasado casi cincuenta lunas, muchos altibajos, castigos emocionales, la viudedad, la independencia de los hijos... Pero la escritora sigue viva, valiente, decidida. Sabe que un libro de poemas es escasamente comercial pero no le importa; lo definitivo es ser fiel a sí misma, comportarse de acuerdo con su talento, sembrar al voleo sin mirar donde arraiga el grano. Su poemario lo atestigua y es un retrato de sí misma: Mujer dulce, sencilla, culta, sensible, discreta... "Las contraventanas temblaban, / oponiendo resistencia al viento, / el viento se quería hacer / dueño de la tarde. / El alma callada / latiendo, / el espíritu pronto, / débil la carne. / Como los juncos del campo, / como las briznas de hierba. / Del invierno iremos al verano, / la buganvilla / trepará por las paredes de la casa."

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