Beatriz Díaz regresó ayer a los orígenes, con los de casa, los amigos "de siempre" que fueron, en parte, "culpables de que haya hecho lo que hice". Porque la soprano allerana fue nombrada ayer presidenta de honor de la asociación cultural "Canción Asturiana de Gijón", el colectivo al que estuvo unido su padre, Ricardo Díaz, cantante de tonada, y que la vio crecer "desde que era una niñina"; recordaba ayer Mari Celi Fernández, de la directiva de la asociación.

"Fue una maravilla, nos pusimos en contacto con ella y no hubo ningún problema, nos dijo que sí enseguida y sólo fue cuestión de cuadrar un día", explicaba. Así que ayer la laureada cantante, la misma que empezó cantando tonada y decidió a los 16 años que ése era su mundo, pisó las "tablas" de un restaurante gijonés en el que cerca de un centenar de amigos quiso rendirle homenaje.

"Estoy encantada y emocionada, porque es todo gente que conozco desde hace muchos años, es un honor", aseguraba antes de subir las escaleras del establecimiento flanqueada por un pasillo de allegados cantando el "Asturias Patria Querida". Posó con ellos, amigos, padres y hermana, recibió la distinción "llena de orgullo".

Para devolver "tanta generosidad", Beatriz Díaz hizo lo que mejor sabe: cantar en honor de su público. Lo hizo acompañada al piano por Óscar Camacho, primero con "Al pasar por el puertu", para "recordar mis orígenes con la música asturiana que tan bien se está cuidando", y después con una romanza del dúo de La Africana y un vals de "La Bohème", para "hacer un pequeño repaso por mi evolución". Más todas las canciones que vinieron a la mente de los presentes y que sirvieron para redondear un día "perfecto" de comida, hermandad y, sobre todo, recuerdos compartidos.