El día a día de las personas con discapacidad visual no resulta fácil, ni conocidos los programas y herramientas que la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) pone a su disposición en todas las etapas de su vida. Por eso, la entidad muestra estos días en el Antiguo Instituto una selección de los servicios con que cuentan sus afiliados, un recorrido por alfabetos, libros en braille, ordenadores adaptados e instrumentos para normalizar el devenir cotidiano.

"Contamos con varios servicios sociales, educativos y tecnológicos, con una red de técnicos en diferentes áreas que se apoyan para dar a los 1.600 afiliados a la ONCE en Asturias todo lo que necesitan", explicaba ayer Paloma Poveda, una de las siete maestras especialistas en discapacidad visual de la entidad en el Principado. Y para que la gente de a pie conozca la labor que desarrollan "sacamos a la calle nuestro trabajo, como una forma también de que vean en qué se invierte el dinero del cupón, nuestra única fuente de financiación", apuntaba por su parte Aitana Martínez, presidenta del Consejo Territorial de la ONCE en Asturias.

Un total de 320 niños de varios colegios de la ciudad y todos los ciudadanos que lo deseen podrán observar de cerca útiles tan dispares como un reloj parlante, un aparato que mide el nivel de los líquidos en los recipientes para que no se desborde, un clasificador de calcetines, un lector de billetes, libros de texto o un detector de billetes falsos.

Además, se ofrece la posibilidad de cubrir un circuito con los ojos vendados que incluye un paso de cebra y varios escalones. "Es difícil, porque no te sabes orientar", aseguraba Pelayo Ceñal, alumno de La Inmaculada tras probar. Sus compañeras María Gisbert, Cristina Nonide y Alba Benavente citaban como "muy curioso" el clasificador de calcetines. "Nunca nos habíamos planteado cómo guardan los ciegos sus prendas", indicaban. Ahora, cada vez que se topen con un discapacitado visual, los responsables de la ONCE tienen claro que "sabrán cómo reaccionar y dirigirse a ellos".