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La ciudad posindustrial

El catedrático Ramón Alvargonzález censura la ampliación de El Musel y el túnel del metrotrén como "actuaciones estratégicas más que discutibles"

Ramón Alvargonzález, con "Los carboneros" en primer término. ÁNGEL GONZÁLEZ

La actividad económica gijonesa se basa, en la actualidad, en la planta siderúrgica de Arcelor-Mittal, en el valle industrial del río Aboño, en las empresas asentadas en los distintos polígonos industriales (tanto al norte como al sur de la ronda de circunvalación) y en el Parque Científico y Tecnológico de Cabueñes, mientras que en los últimos años se realizaron "actuaciones improductivas" como la ampliación del puerto exterior de El Musel o el túnel del metrotrén, que generó que la ciudad tenga como estación ferroviaria "un tendejón empotrado contra el nuevo Palacio de Justicia". En resumen, "actuaciones estratégicas más que discutibles".

Esta es la opinión del catedrático gijonés (de la Universidad de Oviedo) Ramón María Alvargonzález Rodríguez, que ayer por la tarde, en el Museo Casa Natal de Jovellanos, pronunció una conferencia sobre el desarrollo urbano de Gijón, a tenor de su puerto e industria, desde los tiempos de la Ilustración hasta nuestros días, tomando como base el cuadro titulado "Los carboneros", fechado en el año 1904 y cuyo autor fue el gijonés Juan Martínez Abades. La pintura forma parte de la colección del citado museo municipal y en ella se muestran varias gabarras, cargadas de carbón, que se dirigen hacia un mercante anclado en el antepuerto del viejo puerto local.

"Es el icono perfecto de los fundamentos del Gijón contemporáneo", subrayó Alvargonzález a la vista del cuatro de Martínez Abades, dado que la industrialización de la villa, a partir de mediados del siglo XIX, se basó en la exportación del carbón de la cuenca del Nalón (posteriormente de la del Caudal). Asimismo, al fondo del cuadro, destacó el catedrático del área de Análisis Geográfico Regional, se aprecian los penachos de humo de las fábricas asentadas en la zona de El Natahoyo.

Y es que, como puso de manifiesto el también director de la Fundación Alvargonzález, a principios del siglo XX Gijón era una de las pocas ciudades industriales de España (junto con Barcelona, Bilbao y Alcoy), un hecho que provocó la aparición de una burguesía industrial muy potente y también de un movimiento proletario muy importante (fundamentalmente de ideología anarquista).

De la industrialización de Gijón subrayó Alvargonzález las empresas señeras: la Fábrica de Tabacos (en Cimavilla), la Fábrica de Vidrios La Industria (en la zona de Begoña) y la Fábrica de Moreda y Gijón (en La Braña), teniendo el puerto y el ferrocarril como polos de comunicación fundamentales para que en la ciudad se instalasen, en su parte ocidental, toda una serie de empresas relacionadas, asimismo, con el sector de la alimentación y de la madera. Todo ello configuró el espacio urbano de la villa a medida que se fueron colmatando los distintos periodos de la historia industrial de Gijón: el de desarrollo y consolidación (hasta la Guerra Civil), la autarquía, el desarrollismo (años sesenta) y la actual ciudad posindustrial.

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