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Un digno afeitado musical

El "bel canto" regresa hoy al Jovellanos con la representación de la ópera bufa más célebre de la historia, "El barbero de Sevilla", de Rossini

Ante un abundante público, "El barbero de Sevilla", la ópera que esta tarde se representará en el teatro Jovellanos, calentó motores mediante una charla dirigida por María Sanhuesa, acompañada de dos de las estrella principales, el tenor Jorge Franco y el barítono Filippo Fontana.

La primera imagen que vimos en pantalla fue la de un señor imponente, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, nacido en Sevilla (1784) y sorprendentemente muerto en Gijón en 1842. Parece ser que era banquero y había viajado a nuestra ciudad para inspeccionar unas minas. Su imagen se justificaba por haber sido gran amigo de Rossini, autor de dicha ópera. Y como dato curioso, María Sanhuesa explicó que un hijo de Alejandro Aguado tuvo en París una amante que inspiró el personaje de Violeta en "La Traviata".

Rossini había sido profesor del Conservatorio de Madrid y sentía gran amor por España lo que propició una intensa relación. En sus últimos años y dueño de una importante fortuna había abandonado la música. "El barbero de Sevilla", la ópera bufa más célebre de todos los tiempos, compuesta sobre un libreto de Beaumarchais, se estrenó el 20 de febrero de 1816 en el Teatro Argentina de Roma, y supuso un gran fracaso. El público era hostil, un interprete se cayó entre risas, a otro se le rompió una cuerda de la guitarra, y por si era poco un gato saltó al escenario. La monumental bronca hizo que Rossini abandonara el teatro por temor de ser asesinado, como él mismo manifestó. La hostilidad se debía a la incitación del músico Paisiello, autor de una primera versión de "El barbero de Sevilla".

En España, dicha ópera se representó por primera vez en 1818 en Barcelona en el Teatro de la Santa Cruz, hoy llamado Teatro Principal. En Oviedo se estrenó en 1864 en el Teatro del Fontán. "El barbero de Sevilla" fue la primera ópera que viajó a EE UU, en 1825. Los cantantes del estreno de Roma fueron el tenor español Manuel García, el barítono Luigi Zamboni y la contralto Geltrude Righetti, de la que se sospecha su animadversión a Rossini.

Hoy se puede decir que esta ópera ha sido de las más representadas en el mundo entero, es célebre su obertura, y todo el conjunto está considerado como una obra maestra.

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