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Tormenta de ideas

Simplemente abuela...

La llegada de una nieta me recuerda que estoy viva y que toca vivir mucho más y mejor

Simplemente abuela...

Bienvenida, mi vida. No sabes cuánto tiempo llevo esperándote: 31 años ¿son muchos eh? Pues cariño, por esas cosas de las maldiciones tontas, pensé que como ellos no conocieron a tu padre, yo tampoco llegaría a verte; son supersticiones en las que nunca creí, pero era tan grande mi deseo que pensé no llegaría nunca. Pero Dios me ha dado un regalo que Él sabía que quizás yo necesitaba, ahora más que nunca. Tú sabes, porque desde que estabas en el vientre de mami yo hablaba contigo, que llevaba un tiempo exhausta. He pagado muy caro todos estos años de estrés continuo en el que no he disfrutado de la vida en absoluto. Estos años en los que la he visto pasar a una velocidad vertiginosa. Y un día me di cuenta de que me estaba pasando una factura que yo ya no podía pagar. Simplemente sucedió. Lo he pagado mental y físicamente aunque no fuera nada grave. Las defensas bajan cuando una ya no puedo más. Y sé que en estos dos últimos años la mochila de la vida que yo he llevado me ha ocasionado una hernia discal en el alma y tu espera tampoco nos ha sido fácil, y más que vivir, puedo decir que sobrevivía. Ahora no, amor. Ahora tú mi niña, tú, me has demostrado que siempre hay que luchar; has sido fuerte y superado todos los obstáculos y has luchado por estar donde debes estar, en esta familia que te esperaba con tanta ansia, con tanta fe. Ahora ya estás aquí. Como siempre te he imaginado, como parte de esos sueños que parecen no llegar nunca, que te da hasta miedo que se cumplan. Pero estás, Paula, aquí, eres real...¡¡¡te he soñado tantas veces!!! Tu padre y tu madre que es también mi hija aunque no lo sea de sangre, te esperaban con todo el amor del mundo, involucrados, apoyándose el uno en el otro, como siempre hemos hecho tu abuelo y yo. Tu madre ha sido una valiente, y tu padre como el suyo, siempre a su lado. Hemos llorado mi vida, yo (ya lo verás) a mares, pero eso es normal en mí y los ojos verdes de papi y de tu abuelo también se llenaron de emoción y de un orgullo especial. Porque mi cielo, eres chiquitina, pero estás llena de amor y de coraje y con ese amor vas a crecer desde hoy mismo, desde el momento en el que tu cuerpecito se separó del de mamá, para ser ya un pedacito de todos los que te amamos. ¿Sabes? Espero y lucharé con todas mis fuerzas por verte crecer, por volver a cantar las nanas en los brazos que acunaron tanto a tu padre como a tus tíos, para llenar este regazo que te esperaba con impaciencia, mi vida, para volver a acunarte, para tenerte a mi lado durmiendo y ver tu cara cuando me despierte, bueno cuando tus papis me dejen, recordándome que estoy, ahora sí, más que viva. Y para contarte cuentos, subirme a un árbol y cazar grillos -aunque me den asco- y también por qué no, disfrazarnos de princesas, o de piratas o de lo que quieras. Porque has llegado, amor, justo en el momento oportuno. Porque desde este momento, Paula, desde el primer segundo que supe que ya estabas aquí, desde que te vi, supe que algo importante había cambiado en mi vida. Eres mi milagro especial. Tan grande y tan común: simplemente me has hecho abuela, y no hay nada en el mundo que se pueda comparar a lo que ahora siento. Quería compartirlo con ustedes, y despedirme hasta el curso que viene con una enorme alegría... Y es que ahora toca vivir.

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