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JOSÉ LUIS CARMONA | Presidente saliente de Cruz Roja en Gijón y vicepresidente regional

"Hemos vuelto a ser una organización asistencial, y ésa no es nuestra labor"

"Tememos que la crisis cronifique la situación de pobreza de gente que no procede de mundos desestructurados"

José Luis Carmona. JUAN PLAZA

-¿Qué siente al dejar Cruz Roja de Gijón después de tantos años?

-Sobre todo que el tiempo pasa muy rápido, a una velocidad terrible. Han sido doce años, pero la sensación es que han sido muchos menos. Y además tengo una cierta sensación de satisfacción, del deber cumplido. Entre todo el equipo de trabajo se ha hecho una buena labor en estos años. No es que antes se hiciera una buena labor, pero en lo que respecta a los años en los que yo estuve la sensación es muy positiva.

José Luis Carmona, quien fuera presidente de la Asamblea Local de Cruz Roja en Gijón durante los últimos doce años, acaba de dejar el cargo para pasar a ser vicepresidente regional de la entidad. Varios mandatos de mucho esfuerzo y, sobre todo, de atención a perfiles cada vez más vulnerables.

-¿Cómo encontró la asamblea local de Cruz Roja cuando llegó?

-Me la encontré arrinconada y desaprovechada. En aquellos años no tenía mucha presencia, y la relación con el Ayuntamiento en aquel momento era correcta aunque tirando a escasa, había mucho que hacer, mucho que desarrollar. A partir del momento en que llegué hubo más campo para desarrollar, y el Ayuntamiento dio cancha.

-¿Fue difícil ponerse en marcha para cambiar la situación?

-No, desde el primer momento empezamos a mantener una muy buena relación con María Antonia Fernández Felgueroso, que entonces era la concejala de Bienestar Social y presidenta de la Fundación Municipal de Servicios Sociales. Siempre creyó en Cruz Roja y en sus posibilidades y la relación siempre fluyó fácilmente. Cuando ella se fue Esperanza Fernández mantuvo una continuidad, y también la relación fue muy cordial con Jesús Montes Estrada, con el que colaboramos estupendamente. Hubo un flujo fácil, porque rápidamente vimos lo que se podía hacer y cómo se podía financiar para ponernos a ello.

-¿Cómo deja Cruz Roja?

-Quedamos bien posicionados, somos ante todo una organización que trabaja para los más desfavorecidos y para las personas en riesgo de exclusión social. Estamos desarrollando una gran tarea. Y somos también una organización de apoyo a los poderes públicos, a las adminstraciones, y en ese sentido también estamos bien posicionados. Tenemos una organización con músculo y con capacidad. El Ayuntamiento sabe perfectamente lo que podemos aportar y siempre ha habido una gran sintonía, también en la época de Foro. Estamos bien posicionados para seguir trabajando. Tenemos una estructura de trabajadores desde un ámbito profesional, pero toda la estructura de voluntarios empuja mucho y fuerte. Cuando una persona decide dar algo de su tiempo y ser solidario, quiere serlo, y son los poderes públicos los que tienen que darle salida, porque si no nosotros somos el tapón de la primera solidaridad, y eso no puede ser.

-¿Ha sabido valorar la gente su trabajo?

-Por supuesto. Tenemos que tener en cuenta que llevamos ocho años de crisis en los que se ha visualizado mucho la necesidad. Hay quien no tiene tiempo pero puede aportar dinero, y de esa manera se ha incrementado mucho el número de socios y de voluntarios, la gente en general se ha implicado mucho.

-¿De qué logro de Cruz Roja en estos años se siente más orgulloso?

-Me siento orgulloso, aunque no dependa de mí, de que el clima de todo el personal de Cruz Roja en Gijón es de un equipo. Cuando un equipo se empeña en un mismo objetivo, la gente se sacrifica y es solidaria una con otra y no hay división interna, se nota y es estupendo. Y qué decir la Medalla de Oro de Gijón, que reconoce el trabajo de los 140 años anteriores y el esfuerzo de todos los que forman parte de la asamblea local.

-¿Hay algo que quisiera hacer y no haya podido en todos estos años?

-Hay una cuestión que en su momento consideramos. La relación institucional con el Sporting de Gijón debería haber sido mejor, o distinta. Se tenían que haber comportado con nosotros de otra manera. Todo el servicio que la Cruz Roja hace en El Molinón incialmente era un convenio, y en un momento determinado el Sporting dejó de pagar porque no tenía dinero. Al final decidimos continuar con el servicio, y no quiero que esto sea un reproche al Sporting, pero esperábamos que nos hubiéramos podido comunicar mejor. De todas maneras responde a una época pasada en la que hubo muchos flecos en el aire en esa insitución, tan centenaria como nosotros. También se pudo haber hecho mejor el servicio de salvamento en playas, cuya parte sanitaria era de Cruz Roja, con ambulancia, médicos y enfermeros. Tuvimos que ir a contratación de personal y finalmente no salió bien, no era la mejor opción profesional y tuvimos que dar marcha atrás.

-¿Cuál fue la principal dificultad con la que tuvo que lidiar?

-En realidad casi nunca tuvimos problemas con el dinero. Fue más dificultoso el tema de la sede, para la que teníamos pensado comprar un local en los barcos, pero en Madrid no vieron que fuera necesario hacer ese gasto. Así que el acuerdo que alcanzamos con el Principado para ocupar parte del espacio bajo la Casa Malva fue la mejor solución, que nos llegó por una colección de casualidades. Y también tenemos una espina clavada en los últimos tiempos. Cruz Roja ha pasado por todas las etapas, desde la caridad hasta una institución militarizada y finalmente una ONG homologada internacionalmente, cuyo objetivo promordial es la intervención social, antes y con la gente para que las personas no se vayan del sistema social. Pero con la crisis la situación se ha desbordado y hemos vuelto a convertirnos en una organización de atención al primer auxilio, y ese no es el objetivo de Cruz Roja. No nos gusta a nadie, estamos obligados a ser asistenciales, pero no debería ser así. Le gente tiene necesidades y tenemos que cubrirlas, pero hay que trabajar de otra manera, con otros contenidos.

-¿Cuál es la realidad que atienden ahora mismo?

-A la gente la estamos ayudando en su sufrimiento, pero no estamos resolviendo el problema de nadie. Seguramente ese no sea nuestro fin, son los políticos los que tienen que crear empleo, pero estamos viendo y nos da mucho miedo que la crisis cronifique a una parte de la población en la pobreza. Y eso es terrible, porque no es gente que venga de un mundo desestructurado, sino que sin comerlo ni beberlo van a ser siempre dependientes del salario social y de las ayudas de las entidades. Y eso nos desborda.

-¿Cuál es el principal reto?

-Seguir manteniendo la credibilidad que tenemos en este momento. Estamos entre los más valorados por los ciudadanos, la gente confía mucho en nosotros. No nos podemos permitir ningún fallo, hay que mantener el compromiso, la voluntad y la implicación.

-¿Deja un buen presidente al mando?

-Sí, Constantino Vaquero es la persona ideal por capacitación, por cualificación personal, por forma de ser y por involucración.

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