La Policía Nacional investiga desde la madrugada de ayer la muerte de la empresaria Sonia Meléndez Mitre, propietaria de dos conocidos locales de hostelería de la Ruta de los Vinos: el Sinatra y el Ñamglú -antiguo Escocia-. Los familiares de la empresaria localizaron el cuerpo sin vida de la gijonesa de 48 años alrededor de las once de la noche del jueves. El cadáver se encontraba en el suelo de una de las habitaciones de la vivienda. Las marcas de violencia que presentaba el cuerpo hicieron presagiar desde un primer momento a los investigadores que se encontraban ante un asesinato. El resultado de la autopsia, conocido a última hora de la mañana de ayer, confirmó los peores augurios.

Los familiares y amigos de Meléndez Mitre se percataron de que algo iba mal el jueves a las cinco de la tarde. La hostelera había quedado con un camarero que había trabajado en su negocio durante años. "Quería hablar con ella y tomarnos un café sin más. Tardaba mucho, no contestaba al teléfono y nos extrañamos", señaló ayer en conversación con este periódico el extrabajador de la vinatería Sinatra, quién también había mantenido una relación sentimental durante meses con la hostelera. El propio camarero llamó por teléfono a los familiares de Sonia Meléndez, que se desplazaron hasta el edificio en el que desde hace meses vivía la hostelera, en el número 9 de la calle Manuel Hevia Carriles, en El Lauredal. Cuando accedieron al interior del inmueble, propiedad del padre de la empresaria y fallecido hace meses, no pudieron contener las lágrimas. Sobre el suelo de una de las habitaciones de la vivienda se encontraron con el cuerpo sin vida de Sonia. Poco después del brutal hallazgo dieron aviso a los agentes de la Policía Nacional de la Comisaría de El Natahoyo.

"Escuchamos a mucha gente llorar. Llegamos a las once y media de la noche y estaba la puerta abierta. No dejaban de entrar y salir familiares con policías", contó ayer un vecino de la fallecida. Nadie en el bloque daba crédito al terrible suceso. La noticia del asesinato corrió como la pólvora por todo el barrio de El Lauredal. "Era una chica muy normal. A veces venía con su novio pero nunca escuchamos ni la más mínima discusión y eso que las paredes éstas son de papel y se oye todo. Como trabajaba en la hostelería normalmente llegaba tarde a casa", relató el mismo vecino.

La Policía Nacional inició la investigación en la misma madrugada de ayer. Los agentes se desplazaron en un primer momento tanto al domicilio de la fallecida como a los bares regentados por la hostelera, que ayer permanecieron cerrados todo el día. La noticia del asesinato cayó como una losa en la Ruta de los Vinos, donde se recordó a Meléndez Mitre como una persona "con muchos amigos", "luchadora y muy emprendedora".

A pesar de que la Policía Nacional baraja como principal hipótesis del crimen un ajuste de cuentas por deudas económicas, los funcionarios no descartan aún ninguna hipótesis. En las últimas horas los investigadores han interrogado a varias personas del entorno de la hostelera.

La Policía trata, en primer lugar, de fijar la hora de la muerte. Lo más probable, aseguran fuentes cercanas a la investigación del caso, es que el suceso tuviera lugar a primera hora de la tarde. A Sonia Meléndez Mitre, madre de una adolescente de 19 años, se le perdió la pista a las cinco de la tarde, cuando faltó a la cita con su extrabajador. La hostelera dejó de contestar al teléfono. No llegó a mover el coche. La Policía encontró el turismo propiedad de la difunta aparcado en las inmediaciones de la vivienda en El Lauredal. De lo que no había ni rastro era del móvil de la víctima.

La puerta de la vivienda -situada en el 2J-, no estaba forzada. Los investigadores creen que Meléndez Mitre conocía a su agresor y que le dejó entrar en la vivienda. La Policía Científica recogió varias muestras en el lugar del suceso. El cuerpo de la hostelera fue trasladado en un primer momento al Instituto Anatómico Forense para que le realizaran la autopsia. A continuación el cadáver fue trasladado al tanatorio gijonés de Cabueñes. La capilla ardiente quedó instalada en la sala número 5.