Las vueltas de la vida. "Els Joglars" reflexionaba hace escasos días en las tablas del Jovellanos sobre los "pequeños tiranos" en su espectáculo "V.I.P". Los mismos "Els Joglars" que tal día como hoy, pero hace un cuarto de siglo, presentaban su "Columbi lapsus" como colofón de una jornada que buscaba simbolizar la toma de posesión del Jovellanos por todos los gijoneses tras hacerse efectiva su municipalización. Casi 1.400 personas asistieron a una representación que daba continuidad a una visita de autoridades y representantes de entidades de la ciudad. Se trataba, aseguraba el entonces alcalde, Vicente Álvarez Areces, de que "el pueblo gijonés tome posesión, a través de sus representantes, de un equipamiento que a partir del día de hoy les pertenece".

El teatro Jovellanos abría sus puertas al público tras dos años y medio cerrado. Y aunque volvería a cerrarlas a principios de 2013 para hacer efectiva su rehabilitación, ese 19 de julio de 1990 quedó para la historia. En su "Gijón, del blanco y negro al color" el historiador Luis Miguel Piñera recuerda que en esa jornada "el Jovellanos fue visitado por diversos representantes de entidades gijonesas relacionadas con la vida política, cultural, asociaciones de vecinos... destacando la ausencia de la representación de Amigos del Teatro Jovellanos, el grupo más batallador en cuanto a conseguir que el teatro revertiese al pueblo de Gijón ya que discrepaba de la actuación municipal en este caso".

Pero hubo mucha historia hasta llegar a ese mes de julio de hace 25 años. A finales de 1987 se hacía público la intención de cerrar de la empresa bilbaína que tenía arrendado el teatro y, en poco tiempo, se organizaba el grupo Amigos del Teatro Jovellanos bajo la presidencia del exedil y activista cultural Luis Felipe Capellín. Las miradas se dirigieron al Ayuntamiento y el entonces concejal de Cultura, Daniel Gutiérrez Granda, estableció los primeros contactos con los dueños del inmueble, la empresa Ortiz Sobrinos. Los empresarios hablaban de vender, el Ayuntamiento de alquilar.

El colectivo organizado en defensa del mantenimiento del teatro puso en marcha una campaña bajo el lema "Gijón necesita un teatro público". Piñera recuerda en su libro que un cuadro del pintor Pablo Basterrechea "mostrando la hermosísima fachada del Jovellanos y del café Dindurra sirvió de portada para un díptico y un póster multidistribuido por Gijón. Basterrechea es autor de otros dos solidarios óleos que reflejan sendos acontecimientos también muy sentidos en Gijón: uno representando las luchas del sector naval en la bahía gijonesa y otro con la imagen del hundimiento del Castillo de Salas".

El movimiento de lucha por el Jovellanos traspasó las fronteras locales sumando apoyo de ilustres personalidades como el Premio Nobel Severo Ochoa o el dramaturgo Antonio Buero Vallejo. "Como autor de teatro quiero expresarles mi adhesión al propósito y empeño en salvar tan ilustre sala y de preservar la continuidad escénica de un local que, por haber sido puntal del teatro más vivo para Gijón y para España, tiene sobradamente adquirido el derecho de seguir siéndolo", se podía leer en la misiva enviada por el autor de "Historia de una escalera" a los integrantes de Amigos del Teatro Jovellanos.

El movimiento social intensificó su presión hasta que el Pleno del 30 de junio de 1989, presidido por Vicente Álvarez Areces, puso en marcha el expediente de expropiación del teatro Jovellanos. Hubo que esperar hasta el 18 de abril de 1990 para que Alvarez Areces y Carlos Fernández Ortiz, en nombre de la propiedad, firmasen el acta previa a la ocupación del teatro. "Es un día alegre, emocionante e histórico para los gijoneses. Dentro de quince días tomaremos posesión del teatro pero ahora podemos decir que estamos aquí", sentenció el Alcalde.

Y de los gijoneses sigue siendo el teatro un cuarto de siglo más tarde pese a que el camino estuviera lleno de baches. La operación municipal que en ese momento se ejecutó es a la que ahora buscan otros activistas culturales de cara a dar vida, por un lado, al teatro Arango y, por otro, a las recién cerradas salas de los Cine Centro. En ambos casos se mira al Ayuntamiento de Gijón y se le pide que se ponga manos a la obra. Si puede, y si quiere.