La organización de la "Semana negra" está dispuesta a reunirse con los sectores implicados para mejorar en todo lo posible la oferta multitudinaria del festival, el mayor encuentro español de literatura de género. Su director de contenidos, Ángel de la Calle, recordó ayer que las competencias de seguridad ciudadana del recinto ferial son de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. "Es igual que en todo Gijón", aseguró, después de explicar que la función de los casi cincuenta vigilantes contratados durante los diez días está en dar orientación y tranquilidad a las decenas de miles de personas que participan cada jornada en un certamen que definió como "familiar".

Las dos reyertas registradas en la madrugada del pasado miércoles, en la zona de pubs de la "Semana", que se saldaron con dos jóvenes heridos, uno grave, han vuelto a poner el foco sobre las condiciones de seguridad de un festival que ha registrado este año un millón de visitantes, como en las últimas ediciones y según los datos que dio ayer De la Calle. "Lo que desgraciadamente pasó esa noche puede ocurrir cualquier fin de semana en una discoteca", añadió, antes de advertir del peligro que supone para el festival "generar mala imagen a partir de hechos puntuales".

"Si hay un incidente en diez días, con un millón de personas, ¿es que necesitamos más seguridad?", se preguntó De la Calle. Éste mostró la disposición de los organizadores de la "Semana" a analizar con quien competa todos los aspectos relacionados con la mejora de la seguridad y la de los horarios. "Hemos cumplido siempre con todo lo que nos ha pedido el Ayuntamiento, todas las normas municipales, y vamos a seguir haciéndolo", hizo resaltar De la Calle.

Hay quien ha criticado, en ocasiones, que en el recinto ferial (desde hace cuatro años, en el antiguo astillero de Naval Gijón) convivan establecimientos de hostelería en los que se sirve alcohol con las carpas de las actividades culturales. La organización de la "Semana" hace resaltar que su instalación incluye cuarenta bares y treinta y cinco librerías, una proporción alejada de la realidad de la ciudad, donde el número de librerías es irrisorio frente al de bares. "Si vienen cien mil personas al día al recinto hay que dar una amplia oferta para cubrir las necesidades; estamos en un festival que es gratuito; hay gente que acude a una actividad y después come un bocadillo o cena. ¿Queremos quitar los establecimientos que dan de comer?", siguió preguntándose De la Calle.