Una veintena de galerías mueve la obra, de Europa a América, del gijonés Marcos Tamargo (1982), uno de los jóvenes artistas asturianos con mayor proyección internacional en estos momentos. Ha sido el primer artista que sin ser africano ha expuesto en la exclusiva sala madrileña Gazzambo, que le ha facilitado una doble estancia en Kenia, más concretamente en Mombasa. Un viaje que ha dejando una evidente huella en la obra de este creador al que le horroriza quedarse quieto y repetir el mismo cuadro. "Esa experiencia ha aportado mucha más luz a mi pintura", afirma.

Tamargo ha vuelto a su ciudad, donde aún mantiene taller. Es la primera vez que muestra en Asturias su trabajo africano. Son diecisiete piezas que se expondrán en la galería Viki Blanco, a partir del próximo miércoles y tan sólo durante cuatro días, en un encuentro con unos cuarenta coleccionistas. Un acto que prolonga el acuerdo de colaboración que la citada galerista mantiene con Casa Gerardo para fomentar el arte. Los interesados podrán acercarse, claro, a la sala de la calle Jacobo Olañeta para ver las últimas propuestas de un artista que lleva años, también, pintando a los premiados con los premios "Príncipe de Asturias", ahora "Princesa de Asturias.

Esa incursión africana le ha sentado bien a Tamargo, que ha pintado y esculpido mucho, todo interesante: pintura sobre tabla, escultura, acuarela, papeles... "Me he encontrado como nunca", dice. Sigue fiel a sus pulsiones estilísticas, pero ha introducido en su paleta, que era más oscura, amarillos y ocres. Algunos de sus cuadros han ganado en densidad matérica y, en otros, resuelve sus construcciones de enorme simbolismo con una muy singular convivencia de la abstracción con una sutil figuración. "Ha entrado en los cuadros el personaje", explica, en referencia a los masái, siempre de rojo, que aparecen en muchos de sus cuadros.

Tamargo ha disfrutado con esas semanas de intenso trabajo. Se nota en la pasión que pone en la explicación de cada una de esas piezas que expondrá en Viki Blanco. Aconstumbrado a pintar en interiores, en sus estudios de Nueva York o Gijón, ha gozado con el trabajo al aire libre, bajo la luz africana. Y se ve, además, en las relaciones y correspondencias entre piezas muy distintas: de las dos esculturas hechas con alambra a las obras mayores, muy matéricas, realizadas sobre tabla.

"Sí, toda esta pintura está organizada y creo que África será, de aquí en adelante, una constante en mi pintura", hace resaltar Tamargo. "El creador no puede permanecer estático, hay que investigar siempre", insiste. El artista ha hecho mucho trabajo de campo: apuntes rápidos, dibujos sobre libretas... "De cada mirada, en Kenia, me venía una idea para un cuadro", hace resaltar el pintor, con la batería artística aún llena por esas semanas en Mombassa o viajando por un país que ha interpretado, desde su sensibilidad, en cuadros de gran belleza.