El Festival Arcu Atlánticu se despidió ayer de la costa gijonesa a golpe de cincel. El último fin de semana del evento tuvo como protagonistas a numerosos escultores, procedentes de todas partes de España y del extranjero, con motivo del tercer simposio de escultura en piedra "Campa Torres". Las jornadas del viernes, sábado y domingo estuvieron repletas de actividades, entre las que se encontraron talleres, conferencias y exposiciones, y no fueron pocos los que, acompañados del buen tiempo, disfrutaron de su clausura.

Uno de los principales focos de atención fue el Concurso Internacional de Escultura en Piedra, organizado por los Museos Arqueológicos de Gijón y dirigido por Christian Marne, cantero ganador del certamen gallego "Vento de Pedra" en 2014. Tras una selección previa, doce fueron los finalistas que trabajaron individualmente en las obras que llevarían a dos de ellos a coronarse como campeones del evento, cuyo tema fueron las técnicas constructivas tradicionales del Arco Atlántico.

Los escultores participantes en la final de ayer fueron Josep Juan Moraleda, de Valencia; Francisco Cabeza, de Badajoz; Óscar Fardos, de Villaviciosa; Íñigo Martín, de Pamplona, ganador del simposio del pasado año; el catalán Aarón Pérez; Jaime Pelayo, de Valladolid; Emilio Arias, de León; Roy Ledgard, un peruano afincado en Elche; Ramón Cubiles, de Sevilla, y Tzetanka Koykova, la única mujer finalista, procedente de Bélgica y nacida en Bulgaria, que ha llevado su trabajo por 18 ciudades del mundo.Con motivo de esta cita, alrededor de la carpa de los oficios se movió ayer por la mañana numeroso público para seguir de cerca el trabajo de los escultores además de contemplar el montaje de una cúpula de media naranja, una gárgola de tamaño monumental y otras piezas escultóricas por iniciativa del Centro de Oficios de León.

Dos fueron los premios entregados, uno procedente de los votos del público, valorado en 600 euros, y otro del jurado, valorado en mil. El gallego José Rocha se hizo con ambos títulos pero, siguiendo las bases del concurso, el premio del público pasó al segundo más votado, Jordi Martí. Dos ganadores que esculpieron, a golpe de cincel, un perfecto final para la cuarta edición de un festival que ya se ha consolidado como cita internacional imprescindible del verano gijonés.