Medidas contra el ruido y algunas intervenciones de protección del patrimonio, como el traslado de una panera, la de Casa Pepito, y un lavadero, el de Villa. En eso consisten las actuaciones más importantes que, según los expertos, deberían adoptarse para minimizar el impacto ambiental de dos de los proyectos ya en marcha que están asociados a la Zalia (Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias): en concreto la construcción de la Estación Intermodal de Mercancías y el proyecto de viales para dar acceso a dicha estación.
Dichas medidas están recogidas en los dos estudios preliminares de impacto ambiental que ayer se publicaron en el BOPA y que serán sometidas a información pública durante 20 días para que se puedan realizar las alegaciones pertinentes. En ambos informes se reconoce que ninguna afección, ni la derivada del estudio acústico, ni de ordenación hidráulica, ni de patrimonio cultural o relativo a flora y fauna resulta incompatible con el proyecto en marcha porque "la zona no tiene una especial relevancia desde el punto de vista medioambiental", según se dice.
Además de registrar las medidas básicas a adoptar durante y después de las obras para que los vecinos no vean interrumpido su paso necesario por los caminos que comunican las distintas zona de las parroquias de Serín, San Andrés o Fresno, o para que se controle el nivel de polvo que se pueda generar, un aspecto sustancial tiene que ver con el ruido.
Para analizar la contaminación acústica derivada de la actividad de la la Estación Intermodal de Mercancías -tanto en su propio espacio como en los viales que le den servicio- los autores del informe analizan la situación actual, la que se podrá generar a medio plazo y a largo plaza (hablan del año 2050) cuando la Zalia y la estación estuvieran "en su producción óptima".
Como situación de partida los expertos apuntan que la campaña de mediciones llevada a cabo el pasado mes ha revelado que "los niveles de ruido de fondo existentes en la actualidad en la zona son significativamente elevados, siendo especialmente relevantes en el periodo nocturno". En ese momento de la noche se alcanzan, ya ahora, "el máximo adminisle de inmisión sonora" según la Ordenanza de Ruido del Ayuntamiento de Gijón. El tráfico rodado de la A-8, el ruido procedente de las actividades industriales -por ejemplo de Aceralia- y también, de forma destacada, el procedente de la planta de reciclaje metálico (aunque éste efecto sólo es diurno), así como el paso de trenes, son las principales fuentes sonoras que afectan a la zona.
Y con ese ruido ya de base, los estudios realizados a treinta años vista (con la Zalia en su máxima punta de operatividad) estiman que "se pueden producir afecciones de elevada magnitud en el interior de las zonas acústicas de los barrios de El Pandal y San Andrés de los Tacones", con impactos superiores a los permitidos. De ahí que se apunte que "para dar cumplimento a la legalidad vigente para el ruido emitido por nuevas infraestructuras viarias" deba contemplarse unas medidas correctoras consistentes en "pórticos o marquesinas acústicas con cubierta superior, localizadas a lo largo del frente de contacto con las zonas de El Pandal y San Andrés".
Respecto a las medidas correctoras que se deberían adoptar para la protección de determinados bienes culturales, el informe recoge que la construcción de los viarios generará un importante impacto en la panera de Casa Pepito (en el barrio de Reboria, en San Andrés de los Tacones) y en el lavadero de Villar (en Villar, también en San Andrés), lo que implica tomar la decisión de trasladar y reubicar dichos bienes etnográficos. Además se contempla un seguimiento arqueológico a pie de obra en el caso de la zona conocida como Las Coronas.
