Un pequeño ajuste de responsabilidad social y conciencia es lo que el diplomático gijonés Alberto López García-Asenjo hizo ante el público ayer en la Feria Internacional de Muestras de Asturias. Una inspiradora charla, con motivo del día de Europa en la Feria, en la que bajo el título "La Colaboración Público Privada ante los retos del Siglo XXI: cambio Climático y Seguridad Alimentaria", López García-Asenjo invitó a reflexionar sobre "si es aceptable que con el nivel de desarrollo existente siga muriendo gente de hambre".

El consejero de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de la Embajada española en Francia y ex alto cargo de la FAO (el organismo de las Naciones Unidas que lucha contra el hambre en el mundo) quiso recordar que la desnutrición no se debe a un problema de falta de producción sino a un mal reparto de los recursos.

"La diferencia entre el norte y el sur del planeta cada vez es más evidente y está produciendo reacciones. Mientras en medio mundo se han producido en los últimos diez años 112 revueltas y otras tantas revoluciones a causa del hambre, en la otra mitad existen 1.400 millones de personas con sobrepeso y otros 400 millones son obesos", explicaba. Pero no todo el encuentro sonó tan negro porque con sus palabras el diplomático buscaba traer un poco de esperanza y "pedagogía". El núcleo de su filosofía es que "no somos conscientes de que con pequeños gestos podemos ayudar a combatir el hambre. El problema es más fácil de solucionar de lo que parece pero necesita de cooperación". Un mensaje que además de pedir la asunción de responsabilidades también clamaba por la igualdad de sexos y oportunidades. "Con algo tan simple como dar formación y permitir a las mujeres de países pobres que trabajen se incrementaría la producción de cereal lo suficiente para dar de comer a millones de personas".

A pesar de todo, el asturiano es consciente de las dificultades que implica una misión así y las deficiencias que todavía existen en las organizaciones que se ocupan de luchar por ello. A los escépticos que no creen en su trabajo les dice que "los ingleses dicen que la verdad está en los matices. ¿Que las instituciones tienen que cambiar? Por supuesto que sí, tienen que ser más cercanas y exigentes, pero no me sirve que se use la crítica a un organismo internacinal para que cada uno deje de hacer lo que le toca".