Para la mayoría de los visitantes del recinto ferial, acudir, al menos una vez al evento de agosto, es una especie de ritual, una tradición que se mantiene. Entre las calles y los pabellones hay familias, parejas, grupos de amigos que acuden a la Feria a pasar el día, la mañana o la tarde. En general las sensaciones que esta cita señera del verano gijonés desprende son buenas, aunque puestos a pedir, siempre hay algo que mejorar, y la mayoría coincide en lo mismo: la necesidad de de ampliar la oferta de espacios de ocio y atención para los más pequeños de la casa. "Echamos en falta que haya algo más para los críos pequeños, de uno a cinco años por ejemplo", comentó Marcos Corte, un oventese que llegó a Gijón con la idea de pasar el día en la feria con su familia. También este año han aumentado las consultas para adquirir coches.

"Nada más llegar tenemos la típica disputa de a dónde ir antes. Yo quiero ira los coches y las mujeres tiran más para la artesanía y los utensilios de cocina -refiriéndose a sus acompañantes- tengo suerte porque nada más entrar en en el recinto ferial se encuentran los coches, pero de todas formas todos cedemos un poco", explicó entre risas mientras echaban un vistazo a los vehículos expuestos.

Por otro lado, Matilde López añadió a los comentarios de Marcos Corte que "el año pasado compramos una sartén de estas típicas que te venden como genial y que nunca se pega, y estamos tan contentos con ellas que este años venimos a comprar otra. Además también vamos a mirar precios de coches para en un futuro comprar uno. Nos han llamado mucho la atención las casas prefabricadas,y más ahora, ya que estamos pensando comprar una parcela de fin de semana".

"Venimos con la idea de pasar aquí todo el día para disfrutar de la feria con la familia. Por la mañana daremos una vuelta por las calles del recinto ferial, para llegar al Pueblo de Asturias, donde comeremos empanada o algo similar; después, por la tarde, pasaremos por los pabellones", explicó Marcos Corte.

Otra familia que acudió ayer a la Feria Internacional de Muestras de Gijón, también acusó la falta de atención para los más pequeños. "Echamos de menos animaciones infantiles para entretener a los niños, además de más baños y cambiadores infantiles", comentó Pablo Ramos.

Como para casi todos los asistentes del recinto ferial, la visita, al menos una vez mientras que sus puertas están abiertas, es obligada. "Venimos a la feria porque es una tradición, echamos un vistazo general. Dependiendo de las necesidades cada año igual miramos cosas distintas; esta vez, por ejemplo, puede que nos toque buscar un coche más grande", bromeando mientras manejaba el carricoche donde iba su hijo.

Pero no todo son familias en la feria, la pareja que forman Helena Fernández y Diego Quintás estaban disfrutando de su mañana en la feria por la zona de los bocadillos de calamares mientras se hacían un "selfie". "Este año hemos venido dos días a la feria, el otro día pasamos aquí todo el día, pero hoy solo hemos venido a pasar la mañana. Hemos venido buscando sofás y coches, tenemos pensado comprar un turismo así que estamos comparando precios. Echamos en falta algo más interactivo como lo que había otros años de coches 4x4, que no solo sea para ver y comprar, sino también para probar. Respecto a la comida hay de todo, no tenemos queja ni de la variedad ni del precio", añadieron.

"Para mí cada años es lo mismo, de una edición a otra no cambia nada. no hay nada realmente novedoso ni espectacular que merezca la pena", declaró Pablo Gayo Martínez, que visitó el recinto acompañado de su madre, Carmen Martínez. "Venimos porque es una tradición, es la visita que toca todos los años. Nos gustaría que hubiese más cosas para los niños porque aquí los pobres se aburren. Solo hay cuatro colchonetas, podían incluir alguna actuación musical o algo por el estilo para que puedan disfrutar también los críos. Pienso que ya que saben que aquí vienen familias enteras deberían de currárselo más", aclaró Pablo Gayo reclamando la atención que cree que los más pequeños se merecen.

Para Carmen Martínez ,"venir a la feria, al menos para dar un paseo es una tradición", pero "lo que sí que debería bajar es el precio de la entrada. Sobre todo para los niños pequeños porque ellos vienen aquí y no lo disfrutan. Sería buena idea que los menores de doce años no pagasen", concluyó esta mujer.