A Marya Martínez siempre le pareció que la iniciativa del lazo rosa contra el cáncer de mama estaba muy bien. Pero que no dejaba de ser un simple gesto. "Con llevarlo en la solapa las mujeres con cáncer se pueden sentir arropadas, sí, pero yo siempre acababa pensando que detrás no había ningún hecho real que de verdad les ayudase. Y lo que yo quería era ayudar", explica esta allerana, gijonesa de residencia, formada en peluquería, estética y tatuaje.

Hace sólo unas semanas decidió cómo aportar algo concreto al colectivo de sufridoras por los tumores. Puso un anuncio en su facebook de que durante el mes de noviembre se ofrecía a tatuar pezones y areolas gratis a aquellas mujeres con amputaciones mamarias que lo necesitaran. Y no midió lo que se le venía encima.

"Creí que era una forma de aprovechar mi profesión y mi vocación en una causa buena. Jamás pensé en la publicidad añadida. Supuse que compartirían el enlace de facebook mis amigos y cuatro amigos más de mis amigos, pero no me imaginaba la repercusión que tendría", sostiene. Lo cuenta abrumada, tras llevar días atendiendo sin parar a gente que le demanda información.

Le están llegando tantas peticiones que Marya Martínez ha previsto una fórmula de criba mínima en función de necesidades y ansiedad que detecta en las mujeres y de las características del trabajo -porque no es lo mismo el tiempo a dedicar a una doble amputación, a quien sólo falte el pezón o a quien tenga que diseñarle y pigmentarle también la areola- para poder llegar al mayor número sin desatender su estudio de tatuaje y la peluquería en la que trabaja, en la calle Badajoz en Montevil, porque de eso vive.

Su propósito es dedicar "una mañana o una tarde de cada día de noviembre" a que las mujeres puedan ver reconstruido, aunque sea sólo en la apreciación estética que da un dibujo, algo tan femenino como su mama. Ya tiene la experiencia de los abrazos, los besos y la emoción de alguna clienta, y sabe de la importancia psicológica que puede tener esa pigmentación, que mitiga el sentimiento de mutilación. "Es muy gratificante poder hacer algo así por gente que lo necesita porque a veces por desconocimiento, imposibilidad económica o temor, hay quien puede estar sufriendo mucho, sintiendo complejo o vergüenza". Marya Martínez estima que en la actualidad el precio de un trabajo de reconstrucción estética puede fluctuar entre los 300 y los 700 euros, dependiendo del alcance de la actuación.

Su agenda de citas empieza a estar llena. Calcula que serán algo más de 20 mujeres las que pueda atender, poniendo ella su pericia, los materiales y todo su ánimo en hacerlo lo mejor posible. Y sólo espera que se le vayan templando los ánimos para no acabar llorando en cada sesión. "Hace unos días me llamó una mujer brasileña interesándose por saber si era verdad lo que ofrecía y cuando le dije que sí, y que se lo podía hacer de inmediato, no dejó de llorar y darme las gracias en español, en portugués y en todos los idiomas. Sólo con aliviar a gente como ella me siento recompensada", cuenta.