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TERESA DOMÍNGUEZ | Inspectora, jefa del servicio de atención a la familia de la Comisaría local

"Cada vez más padres piden ayuda en la Comisaría por problemas con sus hijos"

"Los adolescentes han asumido que tienen más derechos que los que teníamos nosotros, algunos vienen a la Policía porque los castigan"

Teresa Domínguez, en su despacho de la Comisaría. ÁNGEL GONZÁLEZ

Teresa Domínguez lleva cuatro años al frente del servicio de atención a la familia (SAF) de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Gijón. A lo largo de este tiempo ha tenido que afrontar casos singulares como el del padre condenado esta semana por pegar con un cinturón a su hijo. Domínguez también se ha convertido en una experta en la lucha contra la violencia de género, que afecta, tal y como se alertaba hace días desde el Centro Asesor de la Mujer, a víctimas cada vez más jóvenes.

-¿Qué es el SAF?

-Es un grupo que se encarga de temas relacionados con la violencia de género, la violencia doméstica en el núcleo familiar, los delitos sexuales, el acoso escolar o los casos de menores desaparecidos.

-La Ley contra la violencia de género tiene ya más de una década. ¿Cómo han evolucionado los casos?

-Se han notado mucho las campañas de concienciación impulsadas desde las instituciones. Las mujeres vienen antes a denunciar, piden ayuda en cuanto se percatan de los primeros síntomas de malos tratos. Hace dos o tres años hubo un pico de denuncias pero durante este 2015 los niveles de trabajo en este campo son más o menos similares a los del ejercicio anterior. Lo que no podemos es establecer un perfil de denunciante tipo. Es cierto que hay pocas menores de edad o mujeres mayores de 65 años que pidan ayuda, pero entre los 25 y los 40 años hay de todo. Los agresores, eso sí, suelen ser mayores que las víctimas, podrían moverse en una franja de edad entre los 30 y los 45 años.

-¿Qué tipo de problemática es la que más preocupa?

-La que más nos preocupa es la mujer que no viene a denunciar, la que tiene miedo o dependencia de su agresor. Se dan casos incluso de familias que dan cuenta de una situación que las propias víctimas niegan. También hay mujeres que vuelven con su agresor.

-¿Qué armas hay para luchar contra esta lacra cuando alguien no quiere denunciar?

-Cuando tenemos conocimiento de algún caso, por ejemplo por una actuación policial en la calle, tenemos que utilizar el diálogo como arma. A veces conseguimos mostrarle a la víctima todos los recursos que tiene a su alcance y logramos que interponga una denuncia. Para esto mantenemos una colaboración muy estrecha con instituciones con el Centro Asesor de la Mujer de Gijón.

-¿La justicia puede actuar de oficio?

-Si tenemos conocimiento de una agresión podemos actuar de oficio aunque la víctima no quiera. El fiscal también puede solicitar una orden de protección si es necesario aunque la mujer no lo considere conveniente. A pesar de todo algunos casos son preocupantes porque no podemos hacer nada si la víctima no colabora. Las maltratadas tienen que darse cuenta del problema que tienen. Deben dejarse ayudar rompiendo los vínculos que mantienen con el agresor, pero eso es lo más difícil.

-En los últimos meses se ha hablado mucho de órdenes de alejamiento...

-Se supone que para que se conceda una orden tiene que existir un miedo real de la víctima y una situación de riesgo. En algunos casos se solicitan las órdenes pero el juzgado determina que no son pertinentes. De todas maneras es muy raro que si la denunciante es la que pone los hechos en conocimiento de la Policía no pida un alejamiento. Estas órdenes también atacan los derechos fundamentales del acusado por lo que hay que ponerlo todo en una balanza. Dentro de la Ley de violencia de género se establecieron muchas ayudas para que las mujeres que piden ayuda puedan tener una salida.

-¿Cómo funciona la colaboración ciudadana en este campo?

-Cada vez mejor. En cuanto alguien ve una agresión en la calle no duda en llamar a la Policía y eso ayuda mucho. Hay ciudadanos que incluso intervienen para mediar. Nosotros intentamos generar un ambiente de confianza y hablamos mucho con las mujeres maltratadas, estableciendo casi relaciones personales.

-¿Se detectan bien las denuncias falsas?

-Aquí no hemos tenido conocimiento de denuncias falsas. La mujer que denuncia tiene presunción de veracidad. Hay querellas que llegan al juzgado y que acaban archivadas porque el juez considera que los hechos no tienen entidad suficiente para una condena pero eso no quiere decir que la denuncia fuera falsa.

-El Centro Asesor de la Mujer denunció esta semana el aumento de la violencia entre jóvenes. ¿Qué está fallando?

-Las faltas de respeto son mutuas. Oyes hablar a los adolescentes y te das cuenta de que no dan ninguna importancia a los insultos. Está claro que algo está fallando y se está volviendo a actitudes casi olvidadas. Pero no sólo de hombres hacia mujeres. También las adolescentes tienen comportamientos que pueden derivar en situaciones graves.

-¿Han cambiado esta realidad las redes sociales?

-Lo que antes quedaba en el colegio ahora se traslada fuera. Parece que es menos grave poner algo en un chat que decirlo a la cara. Muchas veces los jóvenes no se dan cuenta de las consecuencias que tienen lo que está diciendo o el daño que están haciendo sin que sea algo físico.

-¿Llegan denuncias de violencia de género entre jóvenes?

-Hay pocos casos de menores y malos tratos. Se nota más en temas relacionados con el acoso escolar. Ahí es donde se ven actitudes violentas y faltas de respeto.

-Esta semana se condenó en Gijón a un padre por pegar a un hijo. ¿También aumenta la violencia en el hogar?

-Ese caso fue llamativo. Tenemos muchos padres, cada vez más, que vienen a consultar porque tienen problemas con sus hijos adolescentes. Viven situaciones en las que ya no saben como afrontar las amenazas y las agresiones verbales que sufren por parte de sus hijos. Estos casos no suelen acabar en denuncia porque para un padre es muy difícil querellarse contra su hijo. Muchas veces hacemos de psicólogos porque si bien es verdad que en temas de violencia de género hay asociaciones e instituciones a las que acudir, en temas de menores muchos ciudadanos tienen que venir aquí pidiendo una solución que no es policial. Quizá no sea un fenómeno nuevo pero antes no se hablaba de ello.

-¿Acuden a Comisaría muchos hijos a denunciar a sus padres?

-Pocos pero alguno sí que hay. Casos como el del cinturón son muy excepcionales. Pero hay menores que vienen aquí a contar que sus padres les castigan mucho o que les prohiben hacer ciertas cosas. Antes tus padres te corregían y no se te ocurría acudir a la Comisaría. Ahora de vez en cuando vienen por aquí o dan cuenta de lo que les pasa en el colegio. Los adolescentes han asumido que tienen más derechos que los que teníamos nosotros. Hay que decirles que mientras el castigo no sea violento o humillante no puede haber actuación penal derivada de la educación de un padre a un hijo. Eso sí, cualquier lesión, aunque sea correctiva, está prohibida.

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