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Directo al corazón

"El mercado del Museo del Ferrocarril ha dado vida a un lugar bonito algo olvidado"

"Sabía que en muchos lugares de Europa funcionaba muy bien este tipo de negocios, pero había que buscar un sitio diferente, con cierta clase"

"El mercado del Museo del Ferrocarril ha dado vida a un lugar bonito algo olvidado"

Beatriz Fernández Casado, Bea, como la llaman sus próximos, es la iniciadora y gerente del mercadillo mensual que se ofrece en las instalaciones del Museo del Ferrocarril, un proyecto elegante y selecto, muy de corte europeo, del estilo de los que se organizan en Londres o en Berlín, un lugar donde puede encontrarse desde una antigüedad, una obra de arte o la prenda de última moda. Bea es una chica guapa, simpática y espontánea; todo en ella es naturalidad, lo que la dota de un peculiar encanto que ha de facilitarle su trabajo. Al mismo tiempo es rigurosa tanto de obra como de palabra. En resumen, una chica diez, con su boina negra y el corazón en calma.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en León (1968), mediana de tres hermanos, pero vivo en Gijón desde hace diecisiete años. Aunque no lo parezca soy una tímida que ha logrado vencerse, y hoy me muestro sociable; me gusta la gente. Presumida, bastante anárquica en el trabajo pero consigo organizarme. Tengo mucho sentido del humor, me río de mí misma y me atrae el mundo de la moda.

-¿De pequeña qué quería ser?

-Si le digo la verdad... Nada, no quería ser nada, estaba a la expectativa, si acaso profesora de Educación Física, pero sin mucho empeño.

-¿Cómo fue su infancia?

-Muy feliz, con muchos amigos que estábamos todo el día en la calle jugando, bien con la bicicleta, subiéndonos a los árboles, o saltando a la semana, un juego como el que aquí llaman cascayo.

-¿Dónde hizo sus estudios?

-El Bachiller en el Instituto "Juan de Encina", de León, que entonces era sólo femenino, y la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Oviedo.

-¿Tenía familia en Asturias?

-No, pero jugaba a baloncesto y me fichó el equipo de Universidad de Oviedo. Vivía en el Colegio Mayor "América", y al licenciarme seguí jugando como profesional en los equipos de San Sebastián, Vitoria y de nuevo Oviedo; fue cuando conocí a Carlos Barcia, mi marido.

-¿En dónde?

-Él también tenía relación con el baloncesto y me lo presentaron unos amigos.

-¿Fue un flechazo?

-No, al contrario, resultó muy trabajado. Nos casamos en 1999 y me quedé en Gijón.

-¿Le gusta la ciudad?

-Me encanta. Vivimos en el Alto de la Madera, a 12 minutos de Gijón. Tenemos tres hijos, Carlos, Raúl y Jorge, de 14, 11 y 8 años. No cultivo un jardín pero sí disfrutamos de un campo de fútbol.

-¿Cómo surgió la idea de instalar un mercadillo en el Museo del Ferrocarril?

-Algunas personas me decían que si me gustaba la moda, en muchos lugares de Europa funcionaban muy bien esta clase de negocios. Busqué un sitio diferente, con cierta clase y di con el Museo del Ferrocarril.

-¿Fue fácil conseguir el permiso?

-Sí, el Ayuntamiento alquila todos sus espacios, con una tarifa fija. Llevo dos años y medio en ello, y el mercadillo funciona todos los primeros fines de semana de cada mes.

-¿Cuántos expositores concurren?

-Varían en torno a cincuenta.

-¿Cuál es la oferta principal?

-Muy diversa. Es un plan para todos; los niños tienen talleres, hay música en directo, se puede tomar el aperitivo, e incluso comer.

-¿Está contenta con el resultado?

-Sí, hay muchas personas que se interesan y me ofrecen de todo; yo selecciono a los expositores y los hay que vienen de Barcelona, de Madrid, Santander, Santiago, León...

-¿Sabe si se realizan buenas ventas?

-Prueba de ello es que casi todos repiten, acudiendo cada mes.

-¿Este es su trabajo exclusivo?

-Sí, no tengo tiempo para más, contando con el cuidado de mis hijos. Me gustaría dejar algo muy claro, porque hay quien piensa que somos una competencia desleal al comercio, y no es así. Pagamos el alquiler, cumplimos con todos los impuestos, nuestros expositores son autónomos, y los empleados están dados de alta en la Seguridad Social. Todo es legal. Aparte hemos dado vida y alegría a un lugar muy bonito que estaba un poco olvidado.

-Lleno de nostalgia, incluso poesía, con sus valores arquitectónicos e históricos. La felicito.

-Gracias. He de añadir que siempre dejamos un espacio para el arte; no todo es mercantil. Hay presentaciones de libros, música, rincones para los pintores, escultores...

-¿Usted, se ha olvidado definitivamente del deporte?

-Lo único que hago es correr.

-¿Qué le gusta de Gijón?

-Sobre todo su Naturaleza, el verde, el mar y la montaña tan cercanos... Y la vida en Gijón es muy cómoda. Soy del Sporting, voy al Molinón pero sufro.

-¿Está satisfecha con su físico?

-No tengo complejos y no soy partidaria de la cirugía: el que quiera que lo haga, pero a mí me gusta la naturalidad y la honestidad en las personas.

-¿Quién ha sido su maestro?

-Mis padres, dos personas muy legales, auténticas y honestas.

-¿Qué le gustaría ser, además de economista?

-Pintora, no extraordinaria, sino simplemente pintora.

-¿Qué ambiciona?

-Nunca me he puesto metas. En baloncesto jugué en Primera División, pero porque vinieron las cosas así.

-¿Qué sueño acaricia?

-Ver a mi familia sana y feliz.

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