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La figura de la semana | Pablo Camblor García | Director del Orfeón Gijonés

El trompetista más coral

El sierense Pablo Camblor, director del Orfeón Gijonés, llegó a la música sin pretenderlo y encara su puesta de largo ante el público local con la Gala de Reyes

El trompetista más coral

La Gala de Reyes "Memorial Mateo Bullón" que organiza el Orfeón Gijonés se celebrará el miércoles, a las 20.00 horas, en la Iglesia Parroquial de San Lorenzo. La cita musical contará con David Roldán al piano, Paula García Cámara a la flauta, María Menéndez como violonchelista, Veni Rodríguez a la guitarra y Mandi Pazos, así como con Carlos Rodríguez y Marieu Pérez como solistas.

La primera parte del concierto constará de la interpretación de dos obras de Haendel, "Bendicat bobis" y "Canticorum", "Pange lingua" y "Locus Iste" de Bruckner y "Ave María" de Ángel Barja. En el apartado de villancicos, donde habrá participación del público, la selección de clásicos populares la componen "Los peces en el río", "El tamborilero", "Noche de paz" y "Campana sobre campana". La segunda parte del concierto versará sobre zarzuelas. La "Introducción y canción de Lamparilla" y "Canción de la Paloma" de "El Barberillo de Lavapiés; "El coro de doctores" de "El Rey que rabió"; "La canción del sembrador" de la zarzuela "La rosa del azafrán"; "Mazurca de las sombrillas" y "Vidal y los vareadores" de la zarzuela "Luisa Fernanda" y "Los gavilanes" de "Pescador". La gala de Reyes del Orfeón cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón.

Fue bendito en el colegio y tras abandonar las aulas le brotó la picardía, sostiene un amigo. La disciplina y la constancia son los pilares con los que Pablo Camblor García, de 32 años, afronta su trabajo. Con ellas llegó en marzo a Gijón para dirigir el Orfeón. Ahora encara su primer concierto del día de Reyes -el del miércoles- con un repertorio renovado y participativo donde se invitará al público a cantar.

Comenzó a dirigir el Orfeón de Gijón por casualidad. Vivía con su novia en el barrio de La Calzada y mientras aguardaba en la parada del autobús un señor, que conocía su trayectoria, le comentó que el Orfeón buscaba director. Pablo llamó y empezó entonces una ardua tarea de reagrupar la formación para llegar al número que él considera perfecto para interpretar: la treintena.

Pero no llegó como novato pese a su juventud. Su bagaje musical es amplio, llegó a dirigir cuatro agrupaciones el mismo año: el coro Villa de Boal, el Orfeón de Gijón, "Villa Blanca" de Luarca y el "Eo musical" de Vegadeo. Eso explica el maletero a reventar en cada viaje. Siempe portaba varias maletas con ropa de las diferentes bandas y coros en que colaboraba. Salía de una clase y se iba a otra inmediatamente. De ensayo a ensayo, de coro a coro. Sin cesar. Y siempre con música clásica en la radio con la que iría, tranquilo, al fin del mundo.

Lejos de saturarse, la disciplina mamada en casa le ayudó a tomar la batuta de su vida. Cuenta un amigo con quien siempre pasaba las tardes jugando que se su madre les paralizaba los juegos para que Pablo pudiese practicar la trompeta. Esos impases le ayudaron a conciliar ocio y deber. Las pautas de su madre surtieron efecto pues en su estancia estudiantil en Burdeos tocaba la trompeta entre cuatro y seis horas diarias. Para Pablo Camblor sólo la perseverancia permite triunfar. Una lección aprendida en casa de manos de sus progenitores, docentes de profesión y vocación.

Por ese motivo, Pablo Camblor no olvida que llegó a la música obligado. De pequeño anhelaba ser policía pero su cobardía le llevó por otro camino. Su afición al Real Oviedo y su devoción por su portero, Esteban, le hicieron coquetear en el mundo del fútbol, un deporte que ya solo lo practica con sus amigos y, por supuesto, jugando bajo los palos. También disfruta del ciclismo dando paseos en bicicleta. Le gustan los animales y la naturaleza por lo que la idea de una ingeniería de montes o agrónoma también rondó por su cabeza. Pero nunca pensó en dedicarse a la música porque no sabía nada sobre ella.

Sus padres son los culpables de su afición musical. Benditos culpables que tuvieron la clarividencia que el futuro de su hijo estaba las corcheas y no el balón. Le llevaron por primera vez a la Banda de Música de Pola de Siero cuando contaba con ocho años. Le llevaron a rastras. Las primeras tardes las pasaba llorando, de perreta, hasta que emanó la melodía. Al entrar en la dinámica de ensayos y actuaciones, empezó el gusanillo. Todo surgió a raíz de la primera actuación de cara al público. Ahí la historia dio un vuelco y comenzó a apostar por hacerse un camino en la música. A costa de resentirse el Bachillerato, como siempre le recuerda su madre.

Su estudio constante de la música le ha permitido desarrollar un carácter propio a la hora de dirigir. Lo más importante en sus directrices es transmitir el sentimiento de la obra que se canta. Afinar pasa a un segundo plano si es detrimento de la pasión para transmitir el mensaje que tiene aquello que emana de sus voces. En la idiosincrasia que tienen los grupos que ha dirigido también se encuentran reminiscencias de los referentes musicales de Pablo Camblor. José Fernández Avello, de la Camerata Revillagigedo, le dio su primer empujón en la dirección. A nivel nacional sus espejos son Javier Busto, con quien hizo su primer curso de dirección coral y Marco Antonio García de Paz, mas el director de orquesta húngaro Georg Solti, que tiene un lugar prominente en su bagaje musical. Todos ellos son sus guías en lograr el objetivo de conseguir que el público se emocione con la música.

Para Pablo Camblor emocionarse con la música es algo personal, porque la sensación cuando un tema te llega y te pone los pelos de puntos es impresionante, dice. Con él lo consigue el segundo movimiento de la segunda sinfonía de Serguéi Rajmáninov y "El Mesías" de Georg Friedrich Haendel. Pero como buen músico también padece la frustración de no poder escuchar todo lo que le gustaría. Mucho menos interpretarlo. Ese es el mensaje que cada lunes y miércoles transmite a los miembros de su agrupación donde advierte un problema: la longevidad de sus cantores. Falta relevo generacional pues los niños parecen haber dado la espalda a la música. "Ahora hay más manga ancha con los hijos, a veces los meten en el Conservatorio para olvidarse de ellos dos horas por las tardes. Mis padres me obligaban a estudiar lo que me tocaba y me reñían si no cumplía", sostiene quien supo administrar su tiempo para dar cabida a todo.

Ahora tiene por delante un gran reto. El concierto del día de Reyes del Orfeón de Gijón. Su primera gran puesta en escena con la agrupación de esta ciudad. Una actuación que contará con música a capela, zarzuela y villancicos y como novedad contará con la actuación del grupo Los Jimaguas y se invitará al público a cantar los villancicos. Sin duda se empieza a notar el aire renovado tras la llegada de Pablo Camblor.

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