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Directo al corazón

"Con las nuevas tecnologías tenemos los medios para erradicar el hambre"

"Gijón es genial y se vende sola; vine aquí por el prestigio de la Universidad y me encontré con una ciudad moderna y empresarial"

"Con las nuevas tecnologías tenemos los medios para erradicar el hambre"

Detrás de toda su sabiduría, de su poder científico, hay un hombre hipersensible, sincero y entusiasta. Habla maravillas de la Escuela Politécnica, de sus múltiples posibilidades y de su futuro. De pronto descubrió en la mesa de al lado -café Dindurra- un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA abierto por una página en la que había un croquis de la llamada Milla del Conocimiento, y se afanó en explicarme los proyectos que en un futuro podrían emanar de esa interesante fusión del Campus Universitario y el Parque Tecnológico. Pero no eran palabras de un soñador, sino de una persona cabal, cuyas razones se fundamentan en los avances de la Ciencia.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en San Miguel de las Dueñas (1961), cerca de Ponferrada, mayor de tres hermanos. Soy un producto de las dos tierras, el Bierzo y Asturias. Mi mujer, Margarita Gómez es de Toral de los Vados, una localidad situada a 10 kilómetros de Villafranca del Bierzo, pero mis dos hijos son gijoneses; Arturo, 26 años, es ingeniero y Elisa, 19, quiere ser famosa, aunque estudia Comercio Exterior y Marketing. Me considero trabajador y disciplinado. Fui muy tímido pero me curé.

-¿De pequeño a qué jugaba?

-Con la electricidad, los mecanos, la peonza, la bici... Me gustaban más las máquinas que los deportes. Siempre leía los manuales de instrucciones, algo que nadie hace.

-¿Fue el más listo de la clase?

-Hice el Bachiller en el Instituro Álvaro de Mengaña, donde sacaba sobresalientes, pero estos se acabaron al llegar a la Escuela de Ingenieros de Gijón, aunque siempre aprobé todo en junio para no perderme las fiestas de la Encina que se celebran en septiembre en Ponferrada. No creo ser una persona muy inteligente; mi mujer dice que soy un burrín, pero mis hijos no se explican que no sea presidente del Gobierno.

-¿Al llegar a Gijón, qué impresión recibió?

-Este era otro mundo, Gijón es genial. Vine por el prestigio que tenía la Universidad, pero me encontré con una ciudad moderna y empresarial. Gijón se vende solo. La gente del Bierzo se muere por venir a estudiar, a vivir, o de vacaciones. Creo que estamos perdiendo muchas oportunidades por no tener una residencia universitaria. Hoy, la EPI (Escuela Politécnica de Ingenieros) recibe estudiantes de toda Europa por sus valores académicos.

-Usted, ¿de qué da clases?

-De Control Digital y de Automatización Industrial, algo que tiene que ver con ordenadores, robots, sistemas automáticos para empresas. Creo que las nuevas tecnologías nos han puesto en las manos los medios para encontrar el camino de erradicar el hambre y las penurias del mundo. Las desalinizadoras están llevando agua donde no la había, la energía es gratis con el sol y los aerogeneradores, las instalaciones sanitarias se multiplican... Es posible que en 2030 se pueda conseguir, siempre que los gobiernos lo favorezcan y no carguen de impuestos.

-Pero se dice que la Universidad es hoy un vivero de parados...

-No, lo que es cierto es que quien no tiene un título difícilmente encontrará trabajo, aunque sólo el título no lo garantiza. La Universidad favorece el desarrollo personal y adapta sus contenidos a las demandas de la sociedad.

-¿No hace falta una buena Formación Profesional para ejecutar tanta ciencia?

-Sí, nosotros estamos enlazando con los alumnos de FP para que potencien sus estudios y trabajen mejor.

-¿Siempre se ha dedicado a la enseñanza?

-Al acabar la carrera quedé de profesor con una beca; ya había conseguido otra en 4º. Pasé por todos los puestos, hice el doctorado en 1989, y obtuve la plaza de profesor titular en 1991; estoy acreditado como catedrático pero no lo soy.

-Y director de la Escuela...

-Me eligieron en 2008 y como propugnamos la fusión de todas las ingenierías, al ser una escuela distinta, mi mandato duró sólo dos años. Me volví a presentar, y estuve otros cuatro, hasta diciembre de 2014. Únicamente se puede ser director dos mandatos.

-¿Fue una buena experiencia?

-Sí, es un orgullo que los compañeros te elijan; fue muy importante para mí.

-¿Cuántos alumnos reúne hoy la EPI?

-Más de 4.000... Unos 4.300 o 4.400.

-¿Con qué porcentaje de chicas?

-Era muy bajo en mi primer periodo de director, creo que un 2 por ciento, pero trabajamos en difundir la ingeniería entre las chicas y al acabar mi mandato era el 26 por ciento. Recuerdo que en 1979 había una chica entre 30. Las mujeres son más organizadas y manejan mejor el tiempo.

-¿Puede explicar las razones del prestigio de la EPI?

-La Escuela, en estos 40 años ha hecho un gran trabajo de investigación, consiguiendo proyectos por los que se han interesado en otros países, y hemos participado en congresos internacionales. Aparte, estamos en la dirección de las conferencias de las Escuelas de Ingeniería, las siete más importantes de España.

-¿Tiene usted alguna vena artística o es cuadriculado?

-No, me gusta mucho la música clásica, y los libros de Historia.

-¿Y deportivamente?

-Nada, soy un desastre; menos mal que ni bebo ni fumo. Eso, sí, mis hijos y yo somos del Sporting.

-¿Quién es su enemigo público?

-La desesperanza, el hambre, el miedo, la corrupción...

-¿Cómo ve el panorama político español?

-No entiendo que se puedan poner los intereses personales o de partido, por delante de los intereses generales de la sociedad.

-¿Quién ha sido su maestro?

-Primero mi padre, que me animó a estudiar una ingeniería, luego mi tío Hilario, un misionero que murió en Perú entre los pobres, y a quien debo mi nombre. Después los profesores de Universidad en primero de carrera, y los del final que nos dieron Electrónica y Automática

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