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Emilio La Parra: "Jovellanos era un sabio, pero no supo moverse en la corte"

El catedrático de Historia Contemporánea experto en la figura de Godoy narra la falta de éxito del prócer gijonés en la práctica política

De izquierda a derecha, Emilio La Parra, Ignacio García-Arango y Manuel Álvarez-Valdés. JUAN PLAZA

A los muchos méritos del Foro Jovellanos habría que atribuirle otro: la fidelidad de sus patronos y amigos. Porque hacía falta valor para enfrentarse a la tarde inhóspita de ayer, y aún así se llenó el patio de la Casa Natal de Jovellanos. Bien es verdad que la tribuna iba a estar asistida por dos primeros espadas, acompañados del presidente de la entidad, Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos. El tema propuesto era "Jovellanos y el ejercicio del poder político", a cargo de Emilio La Parra López, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante. Un profesor especialista en Godoy, que además de escribir su biografía ha presidido un congreso que dio lugar a grandes estudios sobre la figura del primer ministro de Carlos IV, y es un experto en el siglo XVIII.

La Parra López fue presentado por Manuel Álvarez-Valdés, abogado del Estado, historiador y una autoridad en la figura de Jovellanos. Dijo del conferenciante que había escrito 14 libros, 48 colaboraciones, 15 reseñas de textos... Y lo sabe todo "desde 1778, año en que muere Carlos III, hasta la caída de las Torres Gemelas de Nueva York". Manolo Valdés apuntó que la Historia daba "por bobo" a Carlos IV, pero que no lo era; era un histrión que se enteraba de todo. Reprochó al señor De La Parra la bondad de sus juicios sobre Godoy, cuando fue culpable entre otras cosas, de la invasión de los franceses en 1808. Y por el contrario, la figura de Jovellanos no sale muy favorecida en sus escritos.

Emilio La Parra se defendió diciendo que sus opiniones no eran tan negativas respecto a Jovellanos ni tan positivas frente a Godoy. Centró su discurso en las circunstancias y razones que llevaron a Jovellanos a ser nombrado por Godoy ministro de Gracia y Justicia, una actividad en la que sólo duró nueve meses, de noviembre de 1797 a agosto de 1798. Godoy había seguido el consejo de Francisco Cabarrús, en un intento de resolver los grandes problemas políticos del momento, ya que la guerra contra Inglaterra había llevado a España al desastre. Godoy pensó en renovar el Gobierno apoyándose en los ilustrados, con el fin de sostenerse en el poder. A Jovellanos le encarga, como ministro, tres reformas: la de los estudios universitarios, la Inquisición, y la de la Iglesia; pero Jovellanos fracasó en ello por falta de tiempo y de aptitud política. Al caer Godoy, en marzo de 1798, se desbarata todo. Emilio La Parra concluyó: "Jovellanos era un sabio, pero no supo moverse en la corte porque no era un político. Tuvo muchas ideas políticas pero carecía de talante para ejecutarlas. Jovellanos fue pensamiento, virtud y mérito, pero no político".

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