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"Hola, somos nosotros"

Dos jóvenes de El Cerillero hicieron saber a su lotera, con discreción pero agradecidos, que ellos eran los agraciados con los 2,6 millones de la bonoloto del pasado día 8

la orgullosa lotera. Paula Martínez posaba con su marido, José Manuel Fueyo, al día siguiente del sorteo que llevó 2,6 millones de euros a su establecimiento. ÁNGEL GONZÁLEZ

La intriga ya está resuelta. Al menos para Paula Martínez Caicoya. La lotera de la avenida de la Argentina que el viernes 8 de enero repartió 2,6 millones de euros gracias al único boleto acertante de primera categoría del sorteo de la bonoloto ya sabe a quién ha ido a parar el enorme premio. Es una pareja "joven" de vecinos de El Cerillero que, asegura la empresaria, no son clientes habituales de su establecimiento; de hecho, el premio se lo llevaron con una inversión de 1 euro. Y ni tan siquiera eligieron los números con los que querían participar en el sorteo. La máquina del establecimiento lo hizo por ellos y les dio la combinación ganadora: 15, 22, 35, 9, 5 y 46.

"Apuestan de vez en cuando, los conozco de vista pero no son los típicos que vienen todas las semanas", relata la gijonesa, satisfecha de haber podido cambiarle la vida a algún vecino.

Los afortunados esperaron sólo unos días para hacerle saber a la lotera que ellos tenían el gran premio. Y lo hicieron en persona; pasaron por la tienda de regalos de Martínez llevando el boleto en la mano y con un simple "somos nosotros" desperjaron la incógnita. Afirma Paula Martínez que le dieron las gracias y se fueron directos al banco. Asegura que los afortunados "fueron muy discretos" y no quisieron en ningún momento desvelar su identidad. Lo único que les notó la empresaria es que iban "con mucho miedo de enseñar el boleto". No era para menos. Su premio impresiona aún más si se convierte en pesetas. Más de 432 millones.

Quizá ahora la identidad de los acertantes deje de convertirse en la comidilla del barrio y, sobre todo, deje de ser la pesadilla de otra vecina de El Cerillero a la que la rumorología lleva días señalando como la premiada.

"La pobre señora está harta de que la llamen y le pidan cosas, para ver si puede hacer algo por ellos. No sabemos de dónde salió el bulo. Dice que le ha tocado lo malo del premio. Tiene la presión pero no tiene el dinero", cuenta Paula Martínez Caicoya.

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