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Un convento muy fabril

Reseña histórica del edificio de las madres agustinas recoletas entre 1679 y 1842, que marcó después, como tabacalera, el inicio de la industrialización local

Foto aérea del edificio de la Fábrica de Tabacos de Cimavilla algunos años después de cesar la actividad fabril.

Aunque es bien cierto que Gijón no puede presumir de atesorar muchos edificios de rancia solera, debido a la historia de un concejo cuya cabecera, la villa, fue un pequeño pueblo de mareantes hasta el despegue industrial a partir de mediados del siglo XIX, uno de los inmuebles más señeros que aún se tienen en pie, en pleno barrio de Cimavilla, el convento del Santísimo Sacramento y Purísima Concepción de Nuestra Señora de Agustinas Recoletas, puede tener, al parecer, una solución de futuro inmediata con las anunciadas próximas obras de consolidación de la antigua Fábrica de Tabacos, en la que está previsto ubicar un museo que muestre la historia del concejo y un vivero empresarial. No hay que olvidar que el inmueble fue también el primer antecedente de la industrialización local con la actividad tabaquera.

Pero, ¿cuál es su historia? Para relatarla, nada mejor que ir a las fuentes claras. En este caso, a la "Historia de la villa de Gijón. Desde los tiempos más remotos hasta nuestros días", que sacó a la luz, en 1867, el gijonés Estanislao Rendueles Llanos.

Cuenta en su libro el historiador local que en el año 1663 la reverenda madre María de Santo Tomé, "religiosa prelada del convento de Llanes", remitió una carta a las autoridades del municipio de Gijón, en la que manifestaba su propósito de "fundar un convento de monjas" en la villa, "siempre que se le otorgara licencia y algunas cantidades".

Contestó la misiva, en nombre del municipio, "el alférez D. Francisco Jove Llanos, espresándola (sic) que su petición había sido acogida con gran aprecio, pero que la villa no se podría estender (sic) á contribuir con más de 4.000 ducados".

La religiosa, no obstante, aceptó la dádiva, "en la confianza de que lo demás que se necesitara podría obtenerse por medio de limosnas particulares". De esta forma, el 23 de septiembre de 1668, "llegaron a Gijón, provistas con todas las facultades necesarias, las monjas agustinas, y su priora, saliendo a recibirlas una comisión del municipio, que las dispensó los mayores cuidados y agasajos (...) comenzando de seguida la venerable Sor María sus diligencias, para apresurar la edificación del convento".

Pero la reverenda madre María de Santo Tomé falleció el día 26 de enero de 1669, tributándole "solemnes honras fúnebres". Paralizados por el deceso los trabajos preeliminares para la construcción del convento, no obstante se decidió levantar el edificio destinado a fines religiosos en el terreno conocido con el nombre de "calvario viejo".

Se contrataron las obras el 24 de julio y también se cambió la ubicación por el llamado "campo de la talaya". En julio de 1670 comenzaron las obras y el convento se terminó en 1679 y su iglesia en 1684, explica Rendueles Llanos. El 4 de octubre de dicho año "fue de fiesta para Gijón", con la inauguración del convento y "celebró el obispo de Oviedo los divinos oficios".

La construcción tiene "trazas de los maestros de cantería Ignacio de Palacio y Juan de San Miguel (...) ampliándose una planta en ambas dependencias (tanto al convento como a la iglesia) en 1733" ("Guía de Gijón", de Moisés Llordén y Arturo Arias.

"Es un edificio severo y tosco de tres plantas e inspiración renacentista cuya pieza más destacada era su iglesia, un templo de nave única con crucero y cabecera. Tras la Desamortización, el edificio fue secularizado y convertido en fábrica de tabacos, cuya producción cesó en 2002" ("Arquitectura de Gijón y otros elementos de su patrimonio urbanístico", con textos de Javier Granda Álvarez).

En mayo de 2010, el avilesino Vidal de la Madrid Álvarez, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo, declaraba, en una entrevista publicada en LA NUEVA ESPAÑA, a propósito de la publicación de su libro titulado "El convento del Santísimo Sacramento y Purísima Concepción de Nuestra Señora de Agustinas Recoletas de Gijón (1668-1842)", que a partir de 1842, cuando comenzó el proceso para convertido en la Fábrica de Tabacos de Gijón, "se hicieron reformas, modificaciones y adaptaciones que, en parte, ocultaron o desfiguraron zonas del convento y, en otras, lo destruyeron totalmente, como la parte del claustro; pero en otras zonas se mantuvo casi intacto, como sucede con la iglesia, que se encuentra en un estado de conservación fantástico debido a que fue utilizada como almacén de tabaco en rama (...) Eso fue lo que salvó a la iglesia, que tan solo tiene una modificación en la cabecera, cuando se tapió parte de la capilla mayor".

También consideraba Vidal de la Madrid que cuando se terminasen las obras de rehabilitación del edificio "los gijoneses se van a encontrar con una sorpresa", además de cobrar relevancia que el de las madres agustinas "es el único convento que se hizo en Gijón durante la Edad Moderna, con lo cual su recuperación incorpora no solamente el hecho de mostrar una arquitectura de relieve, también una fase histórica muy relevante de la historia de Gijón".

La incautación del edificio a las madres agustinas se verificó en enero de 1843, cuando tomó posesión del mismo la Administración de Bienes Nacionales. En cuanto a las monjas agustinas, pasaron a una casa alquilada hasta que pudieron edificar otro convento en las proximidades de la calle de la Muralla. Pero el edificio fue derribado durante la Guerra Civil, al encontrarse en la lista de demoliciones del Plan de Reformas 1936-37 del gobierno municipal republicano.

En el solar se construyó el mercado de San Agustín, que en los años noventa del siglo pasado dejó paso al actual centro comercial San Agustín. Las agustinas recoletas llevan muchos años residiendo en su "conventín" de Somió, frente a la plaza de Villamanín, a cuya iglesia se trasladaron, a modo de pilas para el agua bendita, dos conchas de gran tamaño, que fueron traídas de Filipinas y que fueron rescatadas de entre las ruinas de la primitiva iglesia parroquial Mayor de San Pedro Apóstol, tras ser volado el edificio religioso durante la Guerra Civil.

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