Quiso el destino, o la casualidad, que el Ateneo Obrero ocupe hoy en día el mismo espacio que ocupó la que fue la Escuela Neutra Graduada de Gijón en su primera sede. Y por esos misteriosos hilos que gobiernan el azar, ayer ambas instituciones quedaron ligadas de por vida a través del homenaje al anarquista, maestro y periodista Eleuterio Quintanilla.

Corren los fastos de estos días de mano de la organización del Ateneo y bajo su sede, donde Quintanilla fundó la Escuela Neutra Graduada, una placa señala desde ayer y para la posteridad la importancia de la labor del gijonés. Fallecido en el exilio en Francia hace medio siglo, algunos de sus familiares más cercanos se acercaron al número 7 de la calle Covadonga para participar de un acto eminentemente emotivo.

Porque, como recordó el hijo de Quintanilla, "Terín", "ésta es la escuela a la que yo acudí con mi padre, donde aprendí a leer y a escribir, donde me enseñaron geografía, historia y matemáticas". Un espacio para la educación en igualdad de condiciones para todas las clases sociales, tal y como propugnó Eleuterio Quintanilla, quien vio no obstante truncado su sueño por la guerra y el exilio en Francia. "Mi padre murió de pena y nostalgia por no poder volver a su querida tierra", recordó un emocionado "Terín".

Con la placa que ayer descubrió su bisnieto, Alexandre Quintanilla, Gijón rinde homenaje a una figura que "trabajó por la igualdad y la fraternidad entre todos los hombres", y en la que la Escuela Neutra Graduada jugó un papel fundamental como institución "laicista y autoorganizada", recordó Luis Pascual, presidente del Ateneo Obrero, convencido, haciendo suyas las palabras de Helios Privat, nieto de Quintanilla, de que "la nostalgia quizás no es sana, pero el olvido es atroz". Por eso desde ayer luce en la calle Covadonga una placa conmemorativa, con el rostro y biografía de Eleuterio Quintanilla grabadas para el futuro. Un ramo de flores y una bandera de Gijón completaron la ofrenda de la ciudad a uno de sus anarquistas más célebres, rodeado en su regreso espiritual y póstumo a Gijón por su hijo, sus nietos Dominique, Helios y Vivianne y varios bisnietos que ayer fueron testigos de la perpetuación de su memoria.

Aplaudidos por un nutrido grupo de simpatizantes, entre los que figuraban Paz Fernández Felgueroso, Vicente Álvarez Areces o Antonio Masip, entre otros, Eleuterio Quintanilla hijo no dudó en envolverse en la bandera local. Para empaparse de recuerdos.